Con esta nota consigno mi réplica a los “Los 9 puntos de Maduro para la ANC”, contenidos en el pasquín que hoy me dieron en las cercanías de Miraflores. Son mis argumentos que en contrario tengo a la peregrina propuesta, presentada como una estafa o farsa constitucional al pueblo y a la que he llamado –como la gran mayoría de la Venezuela decente- y por razones obvias, prostituyente.
Ganar la paz.
Imposible ganar o alcanzar niveles aceptables o moderados de convivencia, cuando desde el poder –desde hace dieciocho tortuosos años- lo que dimana de esa cosa aposentada en Miraflores, es odio y persecución, ideas explosivas y planes diabólicos de un régimen aferrado al mando, con su lenguaje y actitud propios del guapetón de barrio, portero de burdel.
Nuevo sistema económico post petrolero.
Otra entelequia más, otra farsa, otra estratagema para confundir. Un régimen que no ha podido retirar de circulación el billete de cien bolívares ni levantar el control de cambio; un desgobierno que pierde una “guerra económica” que ellos mismos han creado, que sigue impulsando el hedonismo, la flojera y el parasitismo, y empeñado pretende que unas miserables bolsas tapen el hambre de los venezolanos, ¡cómo carajo aspira instaurar ese nuevo sistema!. Ocuparse debería de investigar, juzgar y castigar los delitos de corrupción y pillería contra el erario venezolano, vía teta estatal petrolera.
Constitucionalizar las misiones.
No hace falta. Así proponerlo es otro caramelito de cianuro para engañar a los más necesitados. En la Administración Pública existen ya los organismos capaces de incluir en sus planes y presupuestos, no solo esas, sino cualquier otra “misión” que se proponga el gobierno de turno para atender las necesidades más requeridas, y no precisamente para efectos publicitarios o manejos de odiosas campañas populistas.
Potenciar el sistema de justicia.
No les da pena ni vergüenza plantear semejante desaguisado, siendo que falta espacio para vaciar el bodrio en que la peste chavista ha convertido el sistema de administración de justicia en Venezuela. ¿Potenciar para qué? Para seguir criminalizando la protesta, el activismo político, la disidencia. Para perseguir, encarcelar sin fórmula de juicio a todo aquel que piense distinto, con prescindencia de los derechos a la defensa, a la presunción de inocencia, a ser juzgados por los jueces naturales, al debido proceso, entre otros no menos importante.
Impulsar las nuevas formas de participación.
No conforme con incumplir, irrespetarlas o no acatar las existentes, al desequilibrado proponente se le ocurre tal desatino. ¿Acaso cree que los venezolanos olvidaremos lo que ha hecho con las ya previstas en el ordenamiento jurídico? Un régimen que nos robó el referendo revocatorio, que pospone ad infinitum las elecciones de gobernadores y alcaldes y concejales, así como ha hecho nugatorio todo mecanismo genuino y legítimo de participación o de consulta popular, hoy se atreve dizque a proponer “nuevas formas de participación”.
No se requiere de mucho talento o filosofía para comprender cuando un hombre es falso o hipócrita. Venezuela, desgraciadamente, ha sabido desenmascarar a muchos de sus líderes, que infieles a sus promesas, sólo han vivido su egoísmo.
Impulsar la defensa de la soberanía nacional.
Nada garantiza que la barbarie pueda lograr este objetivo, cuando ellos mismos, herederos y legatarios de aquel desquiciado milico golpista, ruin mediocre, resentido y delirante, enajenó nuestra soberanía a los designios de la oprobiosa, sanguinaria y hambreadora dictadura cubana. Nunca como hoy nuestro pabellón –plato típico- había lucido tan extranjero. Miren los ingredientes, pregunten por su origen. Observen quiénes son los asesores de la satrapía que desgobierna y los recurrentes viajes del proponente al “mar de la felicidad”.
Identidad cultural.
Miren los museos en el estado de abandono en que se encuentran. Ya el Teatro Teresa Carreño lleva 18 años intervenido, hoy convertido en el templo del jalabolismo oficial. Un régimen que nombra de minpopo de cultura a un sujeto que afirma: “yo no sé nada de cultura, a mí maduro me dijo que yo soy un intelectual”. Conviene conocer – además- cómo Farruco Sesto manejó el Conac, y la redacción de la ley que mató al organismo. Otro tanto hizo como ministro.
Señores, no se logra una identidad cultural uniformándonos con alpargatas y liquiliqui. ¡Ojalá se me entienda! Tampoco declarando “patrimonio cultural” a toda o cada ocurrencia o babosada que por la mente del mandón pase. Ni negando el conocimiento ni el acceso a otras manifestaciones de la cultura y el arte, por simple cicatería o por el más ramplón resentimiento. Me niego a admitir tal despropósito, como lo hice ante la afirmación de aquel que hoy ocupa la embajada ante la Unesco, según la cual: “Chávez es el mejor poeta de Venezuela”.
Garantía de futuro para la juventud.
¿Cuál futuro? Si la peste odia el estudio, repudia el olor a lápiz y a cuaderno, rechaza el pupitre, maltrata a profesores y a estudiantes. Los agrede, los asesina. Niega presupuestos a sus universidades, y a cambio crea unas choriceras donde salen graduandos a granel, a quienes se les ha comprado sus conciencias. La barbarie no puede ofrecer sino un futuro incierto a la juventud, pues su desempeño hasta ahora ha sido perseguir, acosar, encarcelar, secuestrar a los jóvenes. La peste trunca sin misericordia sus sueños, los obliga a partir “con rumbo hacia imposibles y ansiados continentes”.
¿Cuál futuro? Si aquí el hombre nuevo, si no lo matan antes, en las colas se hace viejo. Miremos las edades de los jóvenes asesinados en las manifestaciones, escuchemos sus ruegos y plegarias, sus legítimas aspiraciones.
Supervivencia de la vida en el planeta.
Aten al planeta, y al loco también. No diré más sobre este disparate.
Para terminar, conviene hacer énfasis en que estos puntos –en nada soberanos- recogen en mala hora las aspiraciones de aquel gorila golpista, enemigo de la democracia, pésimo administrador, un militarista desquiciado que acabó fragmentando con su odio a toda una sociedad.
Contra eso y contra esa cosa trocada en “madurismo”, y su chovinismo paranoico que lo hace defender un óptimo país inexistente, acudamos entusiastas el próximo domingo 16 de julio a decir SÍ, SÍ y SÍ a la consulta popular que abierta y democráticamente ha convocado la Asamblea Nacional, con suficiente apego a la Constitución de la República.
Yo voto porque es una oportunidad más, y la verdad no sé si sea la última; además, porque ganamos haciéndolo; absteniéndonos no ganamos nada.
Jesús Peñalver