La hora sublime
Todas las interrogantes de este tiempo se amontonan en un solo acto: la rebelión civil. ¿La lograremos? Pienso que sí, pienso que Venezuela entrará pronto en el siglo XXI. Llegamos tarde, pero al fin llegamos.
Nuestra nación –preñada de ideales– se pare otra vez a sí misma, el futuro muestra su rostro, emerge del vientre ensangrentado de nuestra madre historia; y con manos temblorosas y vacilantes los venezolanos recogemos ese sueño de libertad que renace entre nosotros.
Sé que nos parece incierto, dudamos, la incredulidad nos agobia, pero llega, se siente, la libertad pega su primer grito, ¿se escucha?, ¿la bautizamos?
Se llama Venezuela y eres tú.
La estirpe que muerde
El chavismo, ya lo hemos dicho, es una peste, la lepra más repugnante de nuestro siglo, plagó sus miserias y depravaciones sobre nosotros, nos envenenó y apestó, pero no nos venció, no estamos muertos, no fuimos su carroña, logramos desembarazarnos de sus pérfidos males, lo combatimos y estamos a pocos días de vencerlo. A pocos días. La decadencia chavista muestra su jeta final.
El estar vivos –los venezolanos– y más decididos que nunca de alcanzar la libertad habla bien de nuestra estirpe. No todos nos doblegamos, no todos caímos en la depresión ni nos vencimos, no todos nos cansamos ni perdimos; pese a las traiciones, no todos nos vendimos, fueron pocos, muy pocos, hoy la inmensa mayoría le ruge a la tiranía y la desafía, le muestra los dientes, la muerde.
Las condiciones están dadas: seremos libres.
La reivindicación de los admirables
Es fundamental que dejemos de autoflagelarnos. No lo hagamos más. Es comprensible la incredulidad y la duda. Pero estamos ante el último reto y dependerá de todos y cada uno de nosotros el lograrlo. Tengamos confianza, creamos, vivimos una aurora, ha despertado nuestra conciencia.
La tarea ha sido obra de muchos, seamos realistas, o mejor, obra de todos, desde Neomar a Lilian; Capriles, López, Borges, Machado o Ledezma; Guevara y Requesens, Pizarro y Smolansky; Ramos Allup o Delsa; Gabriela Montero o Hausmann; Yon, Ceballos y Graffe, Jakubowicz o Laureano; los niños héroes y las amas de casa; los pata en el suelo y las damas de sociedad; los taxistas y los médicos; el deportista y el músico; los artistas y los campesinos, todos, gloriosamente todos; tuya y en mucha menor medida mía.
Sí, ha sido obra de todos la posibilidad de llegar hasta aquí. Sigamos sumando, el destino común es la libertad.
Lo mejor de nosotros ha renacido, somos una nación que se enamora de sí misma otra vez y se admira cada día más. Pasan los cien días de protestas, nuestro pueblo –su sangre, sus perfiles heridos, su hambre y su rabia– se enaltece en cada acto, se encumbra. Creamos en nosotros mismos. Lo vamos a lograr. Ya lo logramos.
Faltan los militares, ¿se lavarán de la mancha histórica o se sumarán a la libertad?
¿Qué es la hora cero?
Lo único vergonzoso, el asco restante: el chavismo, permanece atado con sus armas y su inmoralidad al poder. Hay que sacarlos, hay que erradicarlos, hay que abominarlos por todos los siglos. Llegó su final, pero ese final se tiene que sudar y conquistar.
¿Cómo?
Ya unida toda Venezuela, lo más excelso y admirable de ella, invocado un destino común: la libertad, cuando se dé el llamado político: la hora cero, tendremos que movilizarnos para ocupar todos los poderes públicos, es decir, la Casona y VTV, las gobernaciones y las alcaldías, Tves, el CNE y el TSJ, La Carlota, el Fuerte Tiuna y Miraflores. Todos.
El pueblo venezolano –todo– deberá salir a las calles para ocupar lo que le pertenece y que le fue usurpado por la tiranía chavista: el poder.
Llegó la hora.
Sé Libertador
Desde la antigüedad hasta la modernidad, siempre, la rebelión civil ante una tiranía se logra cuando los pueblos ocupan los espacios de poder. Negada la democracia, pervertido el voto popular, no hay ni habrá rebelión sin ocupación efectiva de los poderes públicos. Pensar algo distinto es iluso, irrisorio, falaz.
Hemos decidido hacerlo de manera noviolenta, resistiendo y desafiando de manera pacífica, con nuestros cuerpos como escudo, pero en esta nueva fase de lucha si deseamos vencer tendremos que usar todos los instrumentos posibles –noviolentos, insisto– para desvanecer los pilares de apoyo de la dictadura.
La hora cero es la ocupación masiva, multitudinaria, nacional y total de los poderes. Se tendrá que hacer al mismo tiempo y con astucia, usando camiones, tractores, autobuses, obstaculizando las vías, cercando a los tiranos (sus casas, sus oficinas), interrumpiendo el paso indiscriminado de los esbirros, hostigándolos, arrinconándolos, impidiendo el ejercicio de su maldad asesina.
Llevamos años construyendo este momento, que la consulta popular sea una apoteosis de libertad. Venezuela debe renacer. Después de firmar prepárate para tomar el poder.
Sé el prócer de ese renacimiento.
Sé Libertador.