Durante 18 años han trabajado arduamente para destruir las bases materiales e institucionales del país. Se han esmerado. Durante más de tres lustros quienes se ufanaban de haber convocado innumerables elecciones, en medio del derroche y robo de nuestra mayor bonanza petrolera, y en pleno apogeo de la conducción carismática de Hugo Chávez, hoy avanzan en cerrar definitivamente la ruta electoral al cambio, con una farsa Constituyente con la cual aspiran perpetuar su ilegítimo control del país, y barrer con la sociedad crítica y disidente que se les ha rebelado.
El 16 de Julio de 2017 fue un día histórico. Quizá su cercanía, y la angustia que acompaña de cerca la atmósfera definitiva y de desenlace que nos invade, impiden apreciarlo así, pero en un futuro cercano, entenderemos su importancia. Además de mostrar ese lado cívico, ciudadano, solidario, organizado y unido que define al venezolano, dicha jornada sirvió entre muchas otras cosas, como una reafirmación de la República civil y ciudadana, que en democrático y absoluto acto de protesta democrática, se rebeló contra la República militar, que pretende hoy instaurarse e imponerse a la fuerza, con sangre y fuego de represión y fraude constituyente. En 18 años han trabajado arduamente para destruir muchas cosas, familias, empresas, instituciones, modelos productivos, iniciativas, potenciales, infraestructuras, normas y leyes, pero hay algo que no han podido destruir: nuestra inquebrantable vocación democrática.
Observar los videos que el régimen ha preparado para promocionar a los “candidatos” a su “Constituyente”, definen el momento que vive quienes se aferran al poder. La idea de “pueblo” del gobierno, se aleja de la profunda riqueza humana de nuestra gente. La idea de “pueblo” del gobierno, no tiene que ver con el deseo de superar su pobreza y necesidades, de aspirar a algo mejor para sus hijos, de valorar el estudio y el trabajo como valores fundantes de cualquier sociedad. No. Para el régimen, el “pueblo” es noble y fiel siempre y cuando sea dócil, chavista, revolucionario y anti-imperialista, no se queje y no aspire cosas burguesas como una casa, o un carro, o salud, o elecciones, porque calladito se ve más bonito. La idea de “pueblo” del gobierno es aquel que no pida la verdad, sino que acepte y celebre su mentira. El gobierno no existe. En su lugar, discurre un continuo furor propagandístico.
El mandato de más de 7 millones 500 mil venezolanos ha sido claro, en la resistencia ejercida hasta ahora, y las acciones que están por definirse. Asistimos a la profundización de un conflicto político que se torna existencial, para la sociedad democrática venezolana, frente a una tiranía militar que actúa fuera del marco Constitucional. Más que una negociación, inviable si el gobierno pretende seguir invisibilizando a todo un país en rebelión ciudadana, la protesta continuará hasta lograr el reconocimiento de la legitimidad de la oposición, la Asamblea Nacional, y del país que reclama un cambio.
Han sido muchos años de resistencia y lucha ciudadana. Han sido muchos años esperando y construyendo el final de esta larga noche.
@alexeiguerra