Este rayo ni cesa ni se agota:
de mí mismo tomó su procedencia
y ejercita en mí mismo sus furores.
Miguel Hernández, 1935
Lo mas significativo que ha logrado hasta el momento la burda farsa constituyente ha sido despertar la voluntad, el arrojo y la perseverancia de los venezolanos. Virtudes que han asombrado al mundo entero y han desequilibrado a una fuerza pública que nunca imaginó encontrar tal resistencia. En todo el país, desde los barrios de la capital hasta remotos poblados andinos, los ciudadanos inermes no se han rendido y, en ocasiones, han vencido a unos perros de presa artillados y brutales. Una actitud que imaginamos habría enfrentado al propio José Tomás Boves y sus huestes en 1814.
La quimera de cualquier cabecilla comunista, en cualquier parte del mundo sería contar con una masa partidaria que tuviera la conciencia y el valor moral que ha demostrado la Venezuela democrática en estos 120 días. Que llenara las calles y sacara de sus pechos las notas de La Internacional. Pero nunca la han tenido y jamás la tendrán. Siempre han movilizado a sus falanges bajo intimidación, con la punta de las bayonetas a sus espaldas. En Cuba, en Corea o en Rusia. Es con ese mismo instinto que hoy chantajean a los asalariados de los organismos oficiales. Ha circulado la voz de comisarios y de generalotes convertidos en banqueros y jefes de otras apetitosas posiciones, amenazando con despido al que no deposite ese voto que indigna la conciencia.
Si este domingo realizan la farsa de la constituyente habrán falsificado un logro pero no habrán ganado ésta ni tampoco las próximas batallas. Esta intifada cívica continuará como rayo que no cesa, y luchará hasta la victoria. La historia nos enseña que nunca han existido ejércitos invencibles.