El Gobierno socialista de Venezuela instalará en las próximas horas una controvertida asamblea constituyente, que reescribirá la carta magna, a pesar del masivo rechazo en casa y la condena de gobiernos de América y Europa.
Mediante una elección con una participación que según la autoridad electoral superó el 41 por ciento del padrón, pero que para la oposición no fue mayor al 12 por ciento, el domingo quedó formada la Asamblea Nacional Constituyente, que entrará en funciones en la semana.
Caracas permanecía en calma el lunes. Obreros retiraban los escombros dejados por las barricadas que los opositores levantaron horas antes en protesta contra la elección, luego de una de las jornadas más violentas desde que iniciaron las manifestaciones antigubernamentales en abril.
El mandatario socialista Nicolás Maduro ha dicho que su iniciativa busca pacificar el país, inmerso en una ola de protestas que ha dejado más de 120 muertos, pero la oposición considera que sólo busca perpetuarse en el poder al dilatar las elecciones, incluidas las presidenciales de fines del 2018.
El nuevo cuerpo legislativo se instalaría 72 horas después de su elección, según la norma. Y para atizar la ya profunda tensión política, compartirá edificio con el Parlamento, bajo control opositor, un poder que el Gobierno ha advertido que podría abolir.
“A esa asamblea no la reconoce nadie. Es la nada. Nosotros estamos en nuestro Palacio Legislativo. Si ellos van a venir a tomar el Palacio con sus tanquetas, sus grupos paramilitares, aquí lo que les queda es pelea”, dijo desafiante el diputado opositor Juan Requesens, en redes sociales.
¿FRAUDE?
La oposición y diversos analistas han puesto en tela de juicio los resultados oficiales porque, en medio de una aguda crisis económica, Maduro ha ido perdiendo apoyo desde los 7,5 millones que lo eligieron en el 2013. En las parlamentarias del 2015 el oficialismo perdió el control de la Asamblea Nacional al obtener 5,6 millones de votos.
Según una reciente encuesta de la firma local Datanálisis, Maduro registró en julio su nivel más bajo de aceptación, un 17,4 por ciento, por lo que la oposición considera “imposible” que el domingo sus candidatos hayan podido igualar la mayor votación histórica del chavismo obtenida por el fallecido Hugo Chávez en las presidenciales del 2012.
Los adversarios de Maduro, junto a la sociedad civil, organizaron a mediados de julio un plebiscito no vinculante en el que 7,5 millones de venezolanos rechazaron la Asamblea Nacional Constituyente, según cifras de la oposición.
“Teníamos observadores en todos lados, haciendo cálculos, sacaron poco menos de 3 millones de votos”, dijo el lunes el presidente de la Asamblea Nacional, Julio Borges, en una entrevista con una televisora local.
Venezuela atraviesa la peor crisis de su historia reciente, con una inflación de tres dígitos, recesión económica y escasez de alimentos y medicinas, un panorama que analistas creen empeorará con la instalación de la constituyente.
MÁS PRESIÓN INTERNACIONAL
Diosdado Cabello, quien se perfila como el presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, advirtió que, una vez instalado, el cuerpo de 545 asambleístas reemplazará a la fiscal general, ahora crítica del Gobierno.
Además, Maduro adelantó que uno de los objetivos de la constituyente es crear una “comisión de la verdad” para dar con los responsables de la violencia que ya ha cobrado la vida de al menos 124 personas, algo que la oposición ve como una “cacería de brujas” que incrementará los “presos políticos”.
“Los terroristas dijeron que no llegaríamos a la constituyente y aquí estamos”, dijo Maduro el domingo por la noche festejando. “¡El pueblo unido jamás será vencido!”
La celebración del mandatario podría verse opacada por la creciente presión de la comunidad internacional.
Una decena de países americanos y la Unión Europea han dicho que no aceptarán los resultados de la elección y el Gobierno de Perú convocó a una reunión urgente de cancilleres para la próxima semana en Lima.
La administración de Donald Trump fue más allá al amenazar con sanciones económicas contra el país petrolero, lo que podría afectar su principal fuente de ingresos en medio de millonarios pagos de compromisos internacionales.
Pero, aunque la aplicación de sanciones pondría en mayores aprietos económicos a Maduro, también profundizaría la crisis que sufren millones de venezolanos.
La deuda venezolana inició la jornada con bajas por temores a las sanciones que, según funcionarios del Gobierno de Washington, incluirían la prohibición a Venezuela de importar petróleo estadounidense.
“El país ya está en un caos, y la constituyente lo que va a hacer es profundizar ese modelo de caos. Ya los países que dijeron que esto es fraudulento no van a invertir en Venezuela”, agregó Borges. “Venezuela se está convirtiendo en una isla como Cuba”.
Por Diego Oré/Reuters