Al finalizar este domingo 30 de julio de 2017, lleno de tensiones y de muertes es necesario hacer sentir nuestra voz de pastores. En sintonía y comunión todos los Obispo dirigimos de manera colectica e individual en estos días mensajes al pueblo y especiales llamados al Gobierno y a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana.
Con información de la Diócesis de San Cristóbal
Pedimos que se retirará la propuesta de una asamblea constituyente porque no fue nunca convocada por el pueblo y resultaba por la forma en que se hizo, de todas todas, inconstitucional. El Gobierno hizo oídos sordos a este llamado, así como tampoco hizo caso de la consulta popular del pasado 16 de julio.
La respuesta fue la del encerramiento en sus posiciones. Como dice la Palaba de Dios, nos hemos conseguido con gente de dura cerviz. Tampoco la Fuerza Armada Nacional Bolivariana oyó nuestra solicitud y menos caso hizo de las advertencias que le propusiéramos de defender al pueblo, la Constitución y el estado de DERECHO, lamentablemente se recrudeció la represión con un saldo insólito de muertos. Algunos de ellos menores de edad, y otros ajenos a las protestas. También lamentamos como a esta lista se sumaron algunos dirigentes oficialistas y efectivos militares. Las responsabilidades de estas muertes deben ser asumidas por quienes dieron ordenes, y por quienes al no escuchar las recomendaciones se empecinaron en actuar de espaldas al pueblo. El derecho a las protestas ha sido criminalizado y también ha generado situaciones que rompen la paz social y la sana convivencia con hecho violentos.
Se ha creado una situación caótica que desconcierta, pero que a muchos llena de temores e indefensión. La gente sigue sintiéndose burlada y se tiene la real impresión en quienes gobiernan que no les duele la angustia, la indefensión de nuestra gente. Si no les duele el hambre que golpea a muchos, así como la falta de insumos médicos, y de atención a la seguridad, mucho menos le va a doler o preocupar el deseo de libertad, de convivencia democrática y de paz que requiere el pueblo al que pertenecemos.
Por eso tampoco les preocupa que haya muchos hermanos que están emigrando de Venezuela hacia países hermanos, ellos no están huyendo de Venezuela. Están buscando la posibilidad de alimentación, atención médica y también de aquellos que necesitan para vivir dignamente. En los últimos días más de ciento cincuenta mil venezolanos, padres y madres de familia con sus hijos y otros familiares, han pasado a Colombia sellando sus pasaportes para ir en búsqueda de una nación hermana que los reciba y acoja fraternalmente.
Hay un texto bíblico que conviene tener muy presente hoy, y hacérselo conocer al Gobierno, a los militares, a los responsables sociales, y a los dirigentes políticos. La imagen de la viña propuesta por el profeta Natán a David (2 Samuel 12, 1- 14), retrata la situación que vivimos hoy: el profeta le explica a David que un potentado le arrebató a un pobre su viña, su única posesión para su sustento personal y familiar; David enojado quiso enviar apresar a ese potentado de la parábola, Natán sin muchos miramientos le hizo saber que era él mismo, David, por lo que había hecho al quitar la mujer a uno de sus mejores amigos y generales, a quien de paso había mandado a matar. David entendió y buscó reparar el daño con un acto de penitencia y de conversión.
Acaso no es eso lo que está sucediendo en nuestra nación, la viña es el pueblo con sus ilusiones y esperanzas se le ha ido privando de lo necesario, de lo que le pertenece y frente a ello la prepotencia de quienes quieren mantenerse en el poder o de aquellos que también quieren llegar al mismo, prescindiendo del pueblo verdadero sujeto social de la democracia. Su viña es apetecida por quieren imponer un sistema inaceptado por la gente, o por aquellos que quieren llegar al poder con componendas.
Como lo hizo Natán, nos corresponde a los sacerdotes, religiosas y laicos pedirle la conversión al gobierno, a los militares, a los dirigentes políticos. En el Nombre de Dios les pedimos a los dirigentes del Gobierno, en todas sus expresiones, que cambien de actitud y escuchen el clamor del pueblo del cual son sus servidores. Es hora de cambiar el rumbo es hora de atender el deseo del pueblo, por elecciones regionales y nacionales este mismo año. Y no digan que no se puede, así como han tergiversado las leyes y manipulado la Constitución, se puede buscar sí de una manera legítima y legal la manera de promover esas elecciones lo más pronto posible.
En el Nombre de Dios le pedimos a los miembros de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana que actúen de acuerdo con su conciencia y con Temor de Dios, son servidores de la democracia, la Constitución y del pueblo, no de un gobernante, una ideología, o de un partido. Basta ya de tanta muertes y heridos, y de tanta zozobra, recuerden que ustedes también son hijos de este pueblo que esta sufriente y que clama por un presente y un fututo provisor humano y fraterno. La inmensa mayoría de ustedes son cristianos católicos por tanto deben regirse por los criterios de la Palabra de Dios, uno de los cuales es el Quinto Mandamiento que pide “No Matar”.
A todos los miembros de nuestra iglesia diocesano les recordamos que somos el Pueblo de Dios que promueve y defiende la vida, nos duele la muerte de hermanos nuestros y compartimos el sufrimiento de sus seres queridos. No hagamos de ellos un motivo o un móvil para manifestaciones políticas, los tenemos presentes en nuestras oraciones. También es tiempo de misericordia para ayudar a quienes lo necesiten con solidaridad y fraternidad. Aunque haya muchas razones humanes para el odio y la venganza debemos preparar y fortalecer y hacer realidad la reconciliación, hay que llenarse de Cristo que es nuestra paz.
A los sacerdotes, diocesanos y religiosas, les recordamos que somos pastores de todos sin excepción, la gente nos debe sentir cercanos, no con falsos protagonismos ni aparentando sino con la actitud del Buen Pastor que dio la vida por sus ovejas. Más que nunca debemos estar al lado de los pequeños y los pobres, algunos sacerdotes han recibido amenazas y también mensajes de incomprensión. No sientan temor porque sabemos en quien hemos puesto nuestra confianza, Cristo Sacerdote a quien estamos configurados.
A quienes son Capellanes militares les pedimos que les hablen a ellos, a su corazón, iluminen su conciencia, y les ayuden a servir a quien tienen que hacerlo, es decir a Dios, presente en los hombres y mujeres del pueblo al que pertenecemos.
Que nuestro presbiterio más unido que nunca, sea expresión del Pastor Bueno, Jesús que con sus discípulos quiere servir, y que a la vez conoce y es conocido por sus ovejas.
Nos colocamos en los brazos amorosos del Santo Cristo de La Grita, ellos nos sostienen para seguir adelante y vencer la oscuridad del momento presente, su rostro sereno nos alienta y acompaña al hacernos sentir el fruto de su acción redentora, la auténtica libertad, la de los Hijos de Dios.
María del Táchira, Nuestra Señora de la Consolación, de seguro nos protege y nos bendice.
Con mi cariñoso saludo, Monseñor Mario Moronta Rodríguez. Obispo de San Cristóbal