Antes advertimos que el gobierno consumaría el fraude electoral. Y así fue, aunque nadie fue a votar, ahora hablan de millones de participantes ante un país incrédulo que vio los centros vacíos. Con descaro, el régimen prohibió el ingreso de los medios de comunicación para evitar un registro fílmico de su patética soledad. En fin, con esa estafa poco gana y mucho pierde el gobierno: ya la dictadura ha apresado a alcaldes, magistrados y a los opositores que le ha dado la gana, ha asesinado impunemente a más de 120 venezolanos, ya tenía a un TSJ para avalar sus delitos, un “defensor” del pueblo como cómplice y una cúpula militar de rodillas ante el poder cubano, ya asaltaron las arcas de la nación y en definitiva, nada pueden hacer ahora que antes no habían hecho o podían hacer. ¡Nada! Lógicamente vienen tiempos difíciles, veremos una cadena de tropelías de esa falsa ANC pero el gobierno no se recupera, prolonga su agonía. Este fraude confirmó al mundo su vocación delictiva y talante autocrático. Además, al contrastarse con la Consulta Popular del 16 de julio, deja claro que la oposición es una inmensa mayoría que enfrenta a una reducida cúpula corrupta e inmoral. Esa ANC no tiene reconocimiento nacional, ni internacionalmente, así que pensar que servirá para legitimar y legalizar al régimen es una loca fantasía. Suponer que sus decisiones serán respetadas es otra fábula revolucionaria y tendrán que imponerse por la fuerza, como siempre. O sea, en el fondo nada cambiará y en términos beisbolísticos, vamos a extrainning. El árbitro sigue parcializado pero el otro equipo no inspira, su fanaticada está en desbandada, las gradas son nuestras y con certeza ganaremos el partido.
No fue posible una negociación y el régimen continuó esa desquiciada ruta que lejos de resolver la crisis económica, social y política, la agudizará dramáticamente. Ya vemos el incremento desbocado de la divisa norteamericana y su impacto devastador en la economía familiar. El desconocimiento de esa ANC por más de 40 países, así como las sanciones de EEUU y Europa, también tendrá una severa repercusión en nuestra economía. El gobierno sigue en terapia intensiva: la represión y la violencia no son signos de fortaleza sino de debilidad y grandes carencias. La legitimidad de un régimen no la imponen los fusiles. El fraude constituyente solo confirmó que la solitaria dictadura, exhibe un rechazo de casi 90% y carece de respaldo internacional; profundizó la fractura del PSUV y en la FAN la procesión va por dentro. El régimen se sostiene a punta de cañón, sin pueblo, ni futuro. ¿Irá la ANC a revertir esta realidad? ¿Alguien imagina al pueblo apoyando a esta banda de miserables que ha hundido al país? ¿De qué se ríe el sociópata Jorge Rodríguez? ¿Las mentiras de Nicolás Maduro o los delirios de Diosdado Cabello van a medrar nuestro ánimo y convencernos de una inexistente victoria? Ello es parte de la misma loca fantasía. Al final, ninguna ganancia obtuvo el gobierno con esta estafa electoral. Al contrario, ahora está claro que los demócratas somos mayoría, tenemos la razón y el respaldo del mundo civilizado. Obvio, no desconocemos las dificultades del momento, ni la incertidumbre reinante, ambas cosas son propias de los procesos de cambio. Solo digo que a pesar del sombrío panorama, con certeza la luz se va a imponer más temprano que tarde. El momento más oscuro de la madrugada es justo antes de amanecer. Lo importante es preservar la unidad y no ceder un milímetro a la oscuridad. ¡Venezuela no se rinde!
@richcasanova