Venezuela ha sido tomada por el crimen organizado que utiliza como pantalla a un régimen de naturaleza dictatorial de izquierda. Son pandillas, bandas y megabandas conectadas entre sí, y que obedecen a otras estructuras de poder que han trazado planes económico/financieros para extraer materia prima estratégica y utilizar el espacio geográfico como vía para la ruta del narcotráfico.
Lo que acontece en la Venezuela del socialismo siglo XXI no es nada improvisado. Han tenido poco más de 45 años para diseñarlo. Inicialmente con otros nombres y propósitos. Ahora con uno definitivo: Plan de la Patria. Supone la definitiva eliminación del Estado Republicano y democrático y la instalación del Estado Comunal.
No es casual, por ejemplo, lo que está sucediendo en el estado Bolívar con el riesgo evidente de la represa de Guri. Desde hace más de 40 años y a través de mediciones anuales, se conoce el comportamiento hidrológico de las cuencas de los ríos que surten a los embalses.
Sin embargo, se retrasó por dos semanas para abrir las compuertas. Ello causó que los embalses se rebosaran. La natural crecida del Orinoco frenó el cauce del Caroní y al abrir todas las compuertas de los embalses, estos crearon una inmensa masa hídrica que está inundando progresivamente todas las orillas de la parte baja del río, arrasando con caseríos y barrios enteros en sus orillas.
Y esto en modo alguno es casual. Para una extracción masiva de minerales preciosos (oro/diamante) y básicamente estratégicos (uranio, torio, coltán) en las cuencas de los grandes ríos guayaneses, como el mismo Caroní, La Paragua, Cuyuní, entre otros, es necesario una deforestación a gran escala. Y decenas pueblos, muchos de ellos indígenas, se encuentran en esos territorios. Pues bien, una forma de alejarlos es inundando esos sectores. Lo otro, es permitiendo la propagación de enfermedades endémicas, como la malaria (paludismo) y la fiebre amarilla.
En estos momentos el estado Bolívar es el foco principal en Latinoamérica donde se propaga con mayor rapidez la malaria. Por otra parte, existen reportes desde el paso fronterizo (La Línea) entre Brasil/Venezuela, de miles de desplazados desde zonas rurales.
El evidente riesgo que se cierne sobre el mayor centro poblacional del sur oriente venezolano (Ciudad Guayana) se agrava cada hora. Y no es tanto por la catástrofe que significaría la fractura de la base de la represa de Guri por la descomunal masa de agua, con unas dimensiones del tamaño del estado Carabobo, sino el daño irreversible a la totalidad del parque industrial pesado instalado en Matanzas. Aunque se encuentra en tierras altas su paralización sería inminente.
El desplazamiento y emigración de la población, abarcaría al menos entre 300-350 mil personas. La proliferación de enfermedades y la falta de alimentos obligarían a tener que buscar refugio, necesariamente, en la frontera con Brasil, principal zona de tránsito.
Y esto último que estamos indicando, refugiados por hambre/enfermedades, es la razón que está siendo analizada en los centros de poder internacionales. El desplazamiento de venezolanos en búsqueda de alimentos/medicinas. Razones de seguridad nacional en los países latinoamericanos.
Si se observa el paso fronterizo de las últimas semanas, entre Colombia y Venezuela, tanto por Cúcuta como por Maicao, se nota que los nuevos refugiados entran famélicos y enfermos. Las autoridades colombianas, a través de la Cruz Roja y otros centros internacionales, ya hablan de refugiados por razones humanitarias (hambre) y no por ser perseguidos políticos.
Finalmente quiero ser tajante en lo siguiente. La crisis venezolana es de sobrevivencia de su población, por razones alimentarias, medicinas y seguridad. El Estado, a través de su régimen dictatorial es el principal agresor con una sistemática política de falta de alimentos, medicinas y seguridad ciudadanas (por incapacidad, acción, omisión o por discriminación política) y por una brutal, evidente, notoria, clara y comunicacional represión colectiva/selectiva. Para ello, utiliza parte de su fuerza militar-policial, y paramilitares (colectivos, delincuentes, guerrilleros colombianos de las FARC, ELN, milicianos cubanos, bolivianos, y terroristas islámicos).
Esta fuerza armada no es posible enfrentarla con escudos de cartón ni con marchas ni tocando pitos ni cacerolas. Y sin embargo, el pueblo sigue en la calle. Es necesario que las fuerzas de oposición organizadas soliciten la ayuda internacional para que estos pandilleros y bandas de criminales mafiosos puedan ser expulsados del país y sus protectores, juzgados y sentenciados por crímenes de Lesa humanidad.
El tiempo de la retórica política y diplomática pasó. Es tiempo del auxilio efectivo y definitivo, y de ayuda urgente a la emergencia humanitaria.
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