Gerardo esperaba ansioso la venta de entradas para el partido premundialista entre Venezuela y Colombia, pero quedó sin aliento, pues el precio se multiplicó hasta 40 veces por la desbocada inflación que azota a los venezolanos. No podrá ir.
Por Sonia Vivas con Esteban Rojas en Caracas / AFP
Los boletos para el duelo del 31 de agosto en San Cristóbal (oeste), por la clasificatoria al Mundial de Rusia-2018, cuestan entre 25.000 y 550.000 bolívares, equivalentes a 2,2 y 50 dólares en el mercado negro.
No parece gran cosa si se compara con el precio de los tiques para compromisos internacionales en otros países de la región, pero la realidad es que el salario mínimo mensual de los venezolanos -ahogados por una severa crisis económica- se ubica en 97.531 bolívares (8,8 dólares).
El sueldo se complementa con un bono de alimentación equivalente a 14 dólares del mercado negro, referente ante la sequía de divisas, que monopoliza el gobierno con un control de cambio.
La subida de los boletos representa un salto enorme frente al anterior partido, el 23 de marzo contra Perú en Maturín (este), cuando se vendieron a entre 7.000 y 14.000 bolívares. Hubo 35.000 asistentes.
Gerardo Candiales, su esposa y tres hijos -hinchas acérrimos del Deportivo Táchira- necesitarían más de un salario básico para ver a Venezuela contra Colombia, sin incluir bocadillos o refrescos.
“¡No, por favor! Cómo voy a pagar eso, si con lo que gano apenas me alcanza para sostener a mi familia”, dijo a la AFP este comerciante de 52 años en San Cristóbal (estado Táchira, fronterizo con Colombia).
Se quedarán con ganas de ver al equipo dirigido por Rafael Dudamel, quien en junio comandó a la selección Sub-20 al subcampeonato mundial, el mayor logro del fútbol venezolano.
“Son partidos para disfrutarlos en familia, pero hasta eso nos hemos dejado quitar”, se lamentó Gerardo.
– “Precios acordes” –
Venezuela vive una crisis económica agravada por la caída de los precios del petróleo, lo que se refleja en escasez de alimentos y medicinas y la inflación más alta del mundo, proyectada en 720% por el FMI para este año.
Los precios avanzan cada vez con mayor velocidad, diluyendo el aumento de 50% para el salario mínimo decretado por el presidente Nicolás Maduro el 2 de julio.
El alza de las entradas tiene más razones: en el choque contra Perú el gobierno chavista del estado Monagas subsidió la organización; pero en el Táchira quedó en manos de privados.
Además, para el cotejo contra Colombia se creó una categoría VIP, si bien entre los dos estadios no hay grandes diferencias.
Jorge Silva, presidente del grupo empresarial JHS, propietario del Deportivo Táchira y organizador del encuentro, justifica el reajuste.
“Establecimos precios acordes a la situación y disponibles para la fanaticada. La entrada más barata es de dos dólares”, aseguró Silva en una entrevista radial, señalando que buscó “un equilibrio”, pues la organización conlleva costos en moneda extranjera.
Un 15% de las entradas disponibles se pusieron a la venta en Colombia y allí el costo de un tique alcanzó hasta 112 dólares, matizó el empresario.
– “Imposible” –
Será un careo crucial para los cafeteros, pues podrían dar un paso definitivo hacia Rusia-2018. Son segundos en el pulso por cuatro cupos directos y uno a través del repechaje, con 24 puntos en 14 fechas, solo superados por Brasil, con 33.
Venezuela, eliminada, es última con apenas seis unidades.
Andrea Giraldo, una joven colombiana residente en San Cristóbal, tenía “muchas ganas” de ver a su selección, pero los precios lo hacen “imposible”.
“Gano sueldo mínimo y no puedo pagar esas entradas. Me parece absurdo que estén tan costosas”, declaró a la AFP.
Pese a las quejas por los precios y a que Venezuela está eliminada, Silva espera copar las 38.000 sillas, confiado en que Táchira es una de las plazas más futboleras del país. Gerardo y Andrea deberán conformarse con verlo por televisión.