El hombre contemporáneo para preservar su subsistencia y la sociedad, se sirve del lenguaje, de la política, de la justicia, de la producción y de lo científico-técnico; pero para ello, debe valerse de una óptima preparación ética. Por consiguiente, hay que recordar que el lenguaje es según su uso y la utilidad de las cosas depende del valor que el hombre le dé. Es por ello que el lenguaje y la política merecen preocupada atención. Karl Kraus decía: “Cuando una sociedad se corrompe lo primero que se gangrena es el lenguaje”. La política –que se sirva del buen uso del lenguaje, del cumplimiento cabal de la ley, del respeto a los DDHH, de los Factores de Producción y de las buenas acciones– es producto de la lucha que libran los hombres para que la sociedad no se corrompa ni llegue a la guerra; pero para ello es necesario, que estos, reconozcan y cumplan con los principios de la moral del Derecho. Porque, el espíritu de una nación, busca plegarse a leyes justas nacidas de la legalidad. Lo espurio afrenta a la población. Si quienes gobiernan, no escuchan los reclamos de la población, la sobrecarga de impotencia, le inyecta odio y la activa hacia la violencia.
Por otro lado, el sufragio es uno de los principales factores de la democracia; pero ningún gobierno es democrático con solo realizar elecciones. Antes, debería reconocer los derechos y deberes en convivencia con el oponente. La democracia no es solo votar o abstenerse. Se ejerce, mediante el respeto por cada voto emitido y por la concluyente decisión de la voluntad popular, como clara muestra de la aceptación del otro, del distinto. La democracia, como ejercicio permanente, se practica y se defiende, sí y solo sí, con ella se respetan los preceptos constitucionales, los derechos de personas y la transparencia en los asuntos económicos. La democracia, es y será, si se lucha permanente por las libertades políticas, sociales y económicas. Ciertamente, esto es lo que hace, busca y exige el pueblo venezolano. La población interpreta lo que ocurrió en el pasado y lo que ocurre en el presente. De su facultad crítica nace la lucha en contra de la arbitrariedad y la usurpación; para asegurar, desde el presente, futuros promisores.
Maduro reprime a la población manifestante, a sus líderes y a los medios de comunicación social porque intenta apagar la mirada perspicaz y callar la voz temible de la verdad. Lo hace para ocultar sus excesos y el fraude. Pero, a pesar de todo, no logra impedir que la mayoría de la gente, asevere que el Alto Gobierno, el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) y el Consejo Nacional Electoral (CNE) completaron la violación de los preceptos constitucionales y el fraude urdido en las elecciones, de la muy rechazada, Asamblea Nacional Constituyente (ANC). Rechazo, que actualmente se coloca por encima del 83%. La ausencia de votantes en los Centros de Votación delató al gobierno y al CNE. El Régimen, pretendió hacer caer a la población en hipnosis masiva. Sin escrúpulos, gobierno y CNE inflaron las cifras, que sobre las 6 de la tarde del domingo 30 de julio, solo llegaban a 2 millones 483 mil votos. Esta verdad y las declaraciones de Smartmatic, los coloca en evidencia ante el país y la comunidad internacional.
Por extensión, el gobierno después de secuestrar, empobrecer y sembrar en el hambre a la población, se esconde detrás de la mentira y la ilegalidad. En medio del rechazo generalizado, de una abstención del 88 %, y del inocultable fraude electoral, Maduro impone, inconstitucionalmente, a su ANC. La monta sobre falsas expectativas, la plantea como panacea para la paz y la prosperidad, mientras tiende trampas y roba espacios políticos a la oposición, bajo la amenaza de llenar más las cárceles de presos políticos. Es decir, con esta espuria ANC, pretende institucionalizar la represión, la exclusión y el Estado totalitario. Pero todos los pueblos saben que el fraude y el abuso no legitiman. Si la ANC, es producto de lo ilegal, del fraude y de la arbitrariedad, sus actos serán, nulos de toda nulidad.
Víctor Vielma Molina/Educador/[email protected]