Venezuela está próxima a salir del modelo socialista que destruyó el país. Eso no admite discusiones. El Gobierno y su proyecto es inviable. Bastará que el mundo deje de venderle balas y fusiles, y lo único que sostiene al Gobierno, se habrá caído.
Este es un Gobierno que se mantiene a punta de pistola; con balas y sin votos, con redes clientelares y sin pueblo.
Ante ese panorama se plantea qué modelo construir. Somos muy, pero muy pocas las voces que apostamos por una economía sin regulaciones y un Estado limitado. Del resto la clase política, pide más controles, y los socialdemócratas que ya fracasaron tiene como proyecto, y muestra del éxito que pueden lograr, los llamados Estados de Bienestar.
En 2006, Jeffrey Sachs, sostuvo en una publicación (Scientic American) que las ideas del economista F.A Hayeck habían sido refutadas por las socialdemocracias nórdicas: «En las democracias fuertes y vibrantes, un genuino Estado de Bienestar no es un camino de servidumbre, sino un camino a la justicia, a la igualdad económica y la competitividad in- ternacional» (Sachs, 2006), y en 2016 el ex precandidato demócrata Ber- nie Sanders, quien se autodenominaba socialista, no encontró reparo en reconocer su admiración por el modelo económico de la «Tercera vía» y el «Estado de Bienestar» de los nórdicos.
Ahora, aclaremos las cosas, ciertamente Noruega, Dinamarca y Suecia (2016 fecha del análisis) gozan de índices de criminalidad sorprendentemente bajos y una envidiable esperanza de vida. Sin duda, se trata de países sumamente prósperos económicamente, pero lamento aguar la fiesta diciéndoles que esto no lo deben, como pregonan algunos, a un modelo redistributivo.
Todos estos predicadores ignoran su historia e instituciones. Estos países tienen una población homogénea, elevados niveles de confianza, participación civil, responsabilidad individual, y sobre todo una enorme cultura del trabajo. La inobservancia de estos elementos esenciales que anteceden al llamado «Estado de Bienestar», como lo ha explicado Nima Sarandajr, investigador del Centre for Policy Studies y PND del Royal Institute of tecnology de Estocolmo, permite que se extienda un cliché sobre el «Estado de Bienestar».
Durante la Edad Media (perdónenme que haya pegado este brinco tan grande), a los agricultores que representaban a casi toda la población europea, les fue difícil sobrevivir a las inclemencias del clima en la península escandinava. Fue entonces por física necesidad que se desarrolló en Escandinavia una sólida elite del trabajo y la responsabilidad individual.
Muchos campesinos, eran propietarios de la misma tierra donde labraban, a diferencia de los labriegos carentes de propiedad privada que vivían en el resto de Europa, así, distando completamente del modelo feudal del pacto de vasallaje presente en los demás reinos europeos, los escandinavos eran dueños de la misma tierra que los alimentaba. Es decir, para aterrizar, había una real conciencia del derecho de propiedad.
Pero fue solo hasta finales del siglo XIX, cuando particularmente Suecia abriga las ideas liberales que compaginan con sus instituciones preexistentes. Ahí disparó su crecimiento económico con cifras inauditas. Abrió la puerta al libre comercio y se alejó de la intervención del Estado en la economía.
Este periodo se enmarca desde 1870 hasta 1970. Época en la cual se hace evidente el intervencionismo en la economía hasta llegar a su clímax en 1980, con una agresiva estatización de la economía.
Paradójicamente, justo cuando Margaret Thatcher trataba de salvar a Gran Bretaña de la ruina económica, desmantelando el Estado asistencialista implantado desde tiempos de Attlee, Suecia vivía un proceso completamente distinto, equidistante de la política conservadora británica. Suecia comenzaba una agresiva política social casi con confiscatoria. El impuesto a la riqueza fue particularmente dañino. Precisamente eran las empresas familiares –aquellas que habían vuelto a Suecia un país próspero- las más perjudicadas, estancando el crecimiento.
Para el 2004, -cuando reinaba el llamado «Estado de Bienestar», de las cien empresas de mayor facturación en Suecia, treinta y ocho eran locales, de esas 38, 20 habían sido fundadas entre 1914 y 1970, y solamente 2 después de la década del 70. Creo que esta es una buena imagen de lo que intento demostrar. Nada nuevo.
El clímax socialdemócrata vivido en Escandinavia podía definirse en una palabra: Fracaso. No hubo prosperidad cuando el Estado creció de manera desorbitante y consumió cerca de la mitad del PIB, más bien la prosperidad existente fue producto de una estructura anterior y no del éxito de las políticas asistencialistas.
Ante las crisis del mundo moderno, la socialdemocracia, no parecen estar yendo en dirección correcta. Como he demostrado en esta síntesis histórica, Venezuela ha sido un país cuya clase política ha sido de izquierda, (unos partidos más, otros menos). Los partidos en Venezuela son todos partidos socialdemócratas, con algún grado de radicalismo menor o mayor. Y ahí, tienen su obra. Bastará aterrizar en el aeropuerto de Maiquetía y estará ahí ante sus narices, un país en ruinas.
El mundo pareciera hoy vivir una época de retroceso para estas ideas, pero claro está, aún es pronto para analizarlo. Cuando el PSOE, el partido socialdemócrata español, cayó en crisis en 2016, retirándole apoyo a su secretario Pedro Sánchez, toda Europa parecía tener un revés para esta «práctica». Los bajos índices de popularidad del presidente socialista francés Francois Hollande, ante el avance del Frente Nacional de Marine Le Pen; y la reaparición del rancio conservadurismo con inclinaciones al populismo de derecha, encarnado en Nicolas Sarkozy, era otro ejemplo.
Por otra parte, el reforzamiento del liderazgo de Jeremy Corbyn (67 años) al frente del partido Laborista Británico, tras el BREXIT, en junio de 2016, determinaba el giro más izquierdista de una formación socialista igualmente golpeada por procesos electorales.
El partido alemán SPD, de los socialdemócratas ha tenido reversas frente al auge de los populismos de derecha, particularmente del partido Alternativo para Alemania (AFD) y otros grupos extremistas fortalecidos por la crisis socioeconómica europea y los prejuicios sociales contra la inmigración, especialmente en la llegada de los refugiados.
La crisis de los refugiados y el auge de los extremistas populistas, principalmente, en el Este europeo, es otro síntoma de la socialdemocracia europea.
San Pablo, en una de sus epístolas, a los cristianos les dice: «Hermanos, por eso os digo, analicen todo y quédense con lo bueno» y más adelante dice: «No es para ser esclavos que sois cristianos, el evangelio es para ser librados».
Y sin duda son ideales fundamentales, para entender cómo estamos aquí y por qué. Algunos estúpidos dicen que no leen historia porque de nada sirve. El hombre comete errores porque no conoce la historia, su pasado y está condenado a repetirlo