Luis Velásquez Alvaray: La maldad como razón de gobierno

Luis Velásquez Alvaray: La maldad como razón de gobierno

Luis-Velasquez-Alvaray

 

 





Cuando la maldad se convierte en una enfermedad macrosocial, existe una ciencia que la estudia y describe sus principales características. Se denomina ponerología, sabiamente instrumentada en su profesión por el desaparecido Doctor Chirinos, instructor del consejero psicopático del régimen, que hace pocos días estuvo de carrerita por México, donde por sorpresa fue visto, a pesar que tres días antes vociferó de este país, como suelen hacerlo cuando se sienten poderosos, aunque en las calles del barrio de Polanco, se comportó como un ser que ocultaba la máscara de la tiranía.

Definen los estudiosos de este tipo de disciplina, que los regímenes conducidos por estos tiranos, asombrosamente agrupados en los poderes del estado Venezolano, ejercen su poderío desatando deliberadamente estelas de dolor, con actos malvados, sin importarles el sufrimiento de la gran mayoría, ya que son incapaces de sentir dudas sobre sus tenebrosas actuaciones, se autocalifican como violentos revolucionarios y son brutales en palabras y hechos.

Esta conducta explica, como un gobernante puede reírse y bailar, mientras sus secuaces asesinan sin clemencia alguna, grupos de ciudadanos, cuyo único delito es pedir libertad. Si se observan con detenimiento los principales personajes del régimen, es fácil deducir que se han formado socialmente bajo un comportamiento inapropiado.

Estas afirmaciones, han sido comprobadas bajo numerosos estudios científicos, que también señalan a estos individuos como impulsivos y agresivos, de allí que utilicen símbolos como mazos, cabillas, cadenas y demás instrumentos de los cuáles dotan a los llamados colectivos, que son su representación brutal, aunque en que nada se diferencian de los altos cargos de la nomenclatura.

Sería interesante un estudio para analizar la personalidad de los más de quinientos miembros de la falsa constituyente, aunque todavía no se sabe siquiera quienes son, pero un vistazo a la directiva podría ser una muestra bastante representativa.

Igual, bastaría con escoger la directiva del Tribunal Supremo, los ministros y “ministras”, para descubrir sus interacciones sociales plagadas de malevolencias, capaces de desviar la atención a sus  mentiras con otras mentiras. Lo dice Hare:” pueden torturar y mutilar un ser humano con el mismo sentido de preocupación que nosotros sentimos cuando rellenamos un pavo”.

Finalmente, conviene citar a Lobaczewski: “aspiran al poder político para imponer su legislación conveniente sobre las sociedades, en nombre de una ideología preparada, sacando ventajas en la forma de una prosperidad desproporcionada y la satisfacción de su anhelo de poder”. Más claro no canta nadie.