Luis Somaza: Yo sí voto para evitar que resulte más barato morir que curarse

Luis Somaza: Yo sí voto para evitar que resulte más barato morir que curarse

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Resulta impensable que alguien llegue a decir que es más barato que muera un familiar y pagar el entierro, que hacerle los exámenes que necesita para seguir viviendo, y ese drama lo viven los familiares y médicos de muchos hospitales públicos de Venezuela cuando atienden a sus pacientes, muchos de los cuales efectivamente, fallecen.

Y es que son incontables las muertes que se han podido evitar. Desde el paciente que registró un ACV pero no consiguió las medicinas, hasta el de cáncer que consiguió el tratamiento pero no tenía suficiente para comprarlo.

Proponerle a los familiares de los pacientes la realización de exámenes de laboratorios especiales para identificar algunas opciones y prolongar la vida de las personas, cada día parece ser una decisión más y más cuenta arriba, no sólo por el sufrimiento de la familia en la búsqueda de recursos y medicamentos sino que además se consiguen con el drama de la ausencia de reactivos en los laboratorios que imposibilitan realizarlos.

Este es el día a día de nuestros médicos, de esos hombres y mujeres que hicieron el juramento hipocrático y se comprometieron a poner todas sus fuerzas e inteligencia a favor de su paciente.

Y extraigo parte de ese juramento “en cuanto pueda y sepa, usaré las reglas dietéticas en provecho de los enfermos y apartaré de ellos todo daño e injusticia.”
Hoy entendemos cómo miles de médicos han emigrado de nuestro país, en donde les es imposible cumplir con su juramento hipocrático porque la injusticia rodea a sus pacientes, a los niños que antes de nacer ya vienen con desnutrición, a la madre que no tuvo la oportunidad de un digno control prenatal, al niño que va al hospital y recibe en cambio una bacteria mortal por falta de asepsia en los quirófanos, a los pacientes que requieren operaciones y no existen equipos para realizarlas.

Las cifras oficiales sabemos que no existen, pero hasta el año 2015 la FMV señalaba que un total de 13 mil médicos venezolanos se habían ido del país, de ellos 7600 trabajaban en el sector público y las razones para partir son similares a las actuales; la escasez de insumos, la inseguridad personal, iniquidad salarial.

Terrible para nuestro país también las cifras que en ese momento también dio a conocer el decano de la Facultad de Medicina de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Emigdio Balda, quien reveló que cada año se gradúan alrededor de 200 y 250 nuevos médicos, de los cuales el 40% sale del país.

Por qué los demás países reciben a nuestro talento de manos abiertas esta demás explicarlo. Lo verdaderamente necesario es preguntarnos, qué podemos hacer para que puedan cumplir con su juramento hipocrático. El canal humanitario sigue siendo nuestra inmediata opción.

No puedo imaginar a ese médico con el conocimiento de lo que debe hacer para salvar una vida y la impotencia de no disponer de los insumos necesarios para hacerlo. Es el padre que sabe que su hijo está en peligro y no pueda hacer nada para detener el daño porque el régimen de Nicolás Maduro lo tiene atado de manos, pies y además su boca tapada.

El drama de nuestros médicos, es el drama de nuestros pacientes y de sus familiares, es el drama de un país que se niega a seguir en coma y que necesita el Canal Humanitario que se resiste a aceptar el régimen.

Nuestros médicos de hospitales públicos y privados sufren el mismo drama, no hay distinción, solo el deseo de apartar de su paciente “todo daño e injusticia”. Sabemos que muchos han perdido sus puestos de trabajo por denunciar la realidad de sus centros asistenciales, muchos han sido perseguidos, otros han sido hasta detenidos y cientos de ellos, permanecen de pie en esta lucha por rescatar la salud física y emocional de un pueblo.

Hay que seguir siendo valientes. Gracias a cada héroe- médico venezolano por existir. Fuerza y fe.