De Políticas y Maquinarias, por César Morillo

De Políticas y Maquinarias, por César Morillo

Hubo un tiempo, algo distante ya, cuando la militancia de AD (que para entonces era la más numerosa del país), manifestaba ufana que “AD puede lanzar a un burro a la presidencia y aun así gana”. Eran los tiempos de las grandes maquinarias partidistas, del “aparato”, cuando la organización era el elemento fundamental. De hecho, la torta electoral se la repartían AD y COPEI y le dejaban al resto de partidos un escaso 10%.

La sociedad civil era la prolongación de esas formidables organizaciones políticas que, de cuando en cuando, sobretodo en momentos electorales, se vestían de movimientos independientes para dar la sensación de amplitud.

La política era un vector que emanaba desde las alturas de las instancias partidistas y que llegaba al militante como orden, como directriz a ser cumplida, sin más.

Esos tiempos quedaron atrás. Muchas cosas han ocurrido desde entonces en la sociedad venezolana que trajeron como consecuencia el deslave de las viejas maquinarias y la forma de hacer política, no necesariamente para bien, simplemente trasmutaron a formas distintas de hacer y pensar el liderazgo. Ya la sociedad no está contenida en los partidos, ella es mucho más amplia, más extensa, diría que hasta con mayor grado de complejidad. Por tanto, quien aspire a ejercer liderazgo social no puede conformarse con darse un paseo por los comités de base del partido, sino que debe adentrarse en la compleja y diversa gama de instancias y vericuetos de la sociedad. La calidad del relato y la idoneidad de los medios para transmitir el mensaje pasan a ser más importantes que la organización, que el aparato. No se trata de desestimar la valía de las estructuras organizacionales, del partido, sino de colocarlo en su justa escala. El mensaje es lo que los caballos son a la carreta, la remolcan y la llevan por su fuerza intrínseca, y la carreta es la organización, importante, pero va detrás del mensaje.

El líder político debe entender esta nueva realidad. Mensaje y medios son hoy distintos. El líder depende mucho de su capacidad para generar contenidos, mensajes asertivos. Debe también ser diestro en la forma como gerencia los múltiples medios a su disposición por donde transmite sus mensajes, la mayoría de los cuales son de fácil y gratuito acceso, pero que exigen pericia y conocimiento. Las redes sociales son autopistas de información en donde el liderazgo se ejerce a partir del mensaje.

Por ello, a la hora de analizar contiendas electorales como las del próximo domingo, las primarias abiertas de la MUD, mal hacemos en sobrevalorar el factor “aparato partidista” como el más relevante. Diría que es más apropiado aproximarnos a partir del análisis de los liderazgos, su mensaje, y cuál consigue conectar efectivamente con los electores.

Me atrevo a asegurar que muchas supuestas maquinarias catalogadas con el remoquete de invencibles, serán superadas por liderazgos con mejor y mayor conexión social.

Infinidad de casos sustentan esta realidad. Oswaldo Álvarez le ganó en primarias abiertas al Tigre Fernández y su férrea maquinaria copeyana, el propio Caldera ganó con su chiripero, y Chávez dio la estocada final a la idea de que los partidos ganan las elecciones no importa el candidato que lancen.

Si analizamos cualquier encuesta nos percataremos de que quienes afirman militar en partidos opositores constituyen el 50% del universo opositor. Los partidos tienen relevancia de primer orden en esta lucha por rescatar la democracia, no cabe dudas, pero su liderazgo debe saber que el límite de la sociedad no termina en las listas de su militancia. Muy bueno que se realicen primarias abiertas para que quien aspire a representar el cambio no surja de cenáculos ni de dedos todopoderosos, sino que se forje en contacto con la diversidad social.

Concluyamos, la organización sí importa, pero su valor está supeditado a la política y dentro de la política, el mensaje es la clave. Una política acertada puede suplir las deficiencias organizativas, pero una organización formidable no necesariamente triunfa si su política-mensaje- es errado. No faltará quien ponga como ejemplo contrario la maquinaria del PSUV, olvidando que se articuló alrededor del liderazgo de Chávez y su discurso de cambio, que en algún momento conectó con las masas y cuando éste dejó de estar se ha venido desgastando, demostrando de nuevo que la organización se articula alrededor del mensaje y no el mensaje en torno a la organización.

Si alguna vez los partidos podían lanzar a “cualquier” candidato y confiar en su férrea organización, eso ya no es así. El domingo veremos cuáles de los liderazgos en disputa ha sabido combinar mejor el mensaje con la organización.

@cesarmorillo7

Exit mobile version