Realizar una investigación sobre las operaciones financieras del ALBA Petróleos y sobre el presunto lavado de dinero que ocurre en la empresa estatal Petróleos de Venezuela, (Pdvsa) fue una de las tantas solicitudes que realizó ante la Comisión del Senado para el Control Internacional de Narcóticos el investigador del Centro Nacional para Operaciones Complejas de la Universidad de Defensa Nacional y presidente de IBI Consultants LLC, Douglas Farah.
Por Maibort Petit / Venezuela Política
El experto dijo que la principal estructura de lavado de dinero de las FARC (así como el régimen de Maduro y otros grupos delictivos) es la petrolera estatal venezolana PDVSA, sancionada por los EE.UU.
Durante su testimonio destacó la importancia que tiene para la lucha contra el narcotráfico el financiamiento y el apoyo a los esfuerzos que realiza actualmente el Departamento del Tesoro de los EE.UU. y las agencias federales para perseguir y sancionar a las autoridades penales centroamericanas y venezolanas.
Farah afirmó que se debe hacer un esfuerzo para perseguir las redes aliadas a las FARC y para desmantelar una red que plantea un serio desafío, no sólo a los intereses de seguridad de los Estados Unidos, sino a la supervivencia del Estado de gran parte de América Latina.
El investigador testificó este martes 12 de septiembre ante el Senado en el marco de las discusiones que se llevan a cabo en la búsqueda de la adaptación de los esfuerzos estadounidenses contra el narcotráfico en Colombia.
Frente al presidente de la Comisión, Senator Grassley y la copresidente, Dianne Feinstein el experto explicó su punto de vista sobre el curso del proceso posterior al tratado de paz firmada entre el gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), y su impacto en la delincuencia organizada transnacional y las amenazas a la seguridad regional.
Farah dijo que hablaba a título personal y no como representante de ninguna de las organizaciones a las que está afiliado.
Durante su testimonio, explicó que durante varias décadas, Colombia se ha enfrentado a desafíos extraordinarios como punto hemisférica contra la delincuencia organizada transnacional. Sin embargo, determinados liderazgo, con el apoyo y la cooperación de los Estados Unidos, lograron la lucha contra las insurgencias criminales.
Bajo el Plan Colombia, ambos gobiernos trabajaron juntos por más de 15 años, a un costo de miles de millones de dólares, para luchar contra la amenaza híbrida de narco-guerrilla que una vez llevó a Colombia al borde del colapso.
El acuerdo de paz de 2016 con los insurgentes de las FARC, el mayor organización criminal y terrorista transnacional de Colombia, trae consigo nuevos desafíos y oportunidades de lucha contra la delincuencia organizada.
El camino hacia adelante requiere continuidad, vigilancia y cooperación de los Estados Unidos y voluntad política de los gobiernos colombianos para superar las décadas de violencia de la guerrilla, grupos paramilitares y notorios cárteles de la cocaína.
Dado que varios grupos delictivos organizados permanecen activos en territorio colombiano, la alianza y la cooperación contra la delincuencia organizada son tan importantes como siempre; sin embargo, las cambiantes realidades políticas y la evolución de los grupos delictivos Colombia requieren una evaluación honesta de la continua amenaza, así como la capacidad y voluntad política para adaptarse a las nuevas realidades.
Durante años, las FARC fueron las más grande organización criminal. Sin embargo, muchos otros, que han demostrado la capacidad de evolucionar y adaptarse en la cara de la adversidad, han desempeñado un papel importante en el conflicto ilícito del hemisferio y están listos para explotar cualquier vacío que dejó el papel de las FARC. Estos grupos constituyen una seria amenaza para las instituciones democráticas de Colombia, ya que sus actividades delictivas y aprovechar el espacio antes dominado por las FARC, acotó.
Pero el papel de las FARC sigue siendo problemático, particularmente debido a la opacidad de su liderazgo con respecto a los probables miles de millones de dólares en activos ocultos derivados del tráfico de drogas, secuestro y extorsión; su alianza con estados criminales como Venezuela que tienen un profundo desdén por la democracia, el imperio de la ley y la asociación con los Estados miembros; y su falta de compromiso para erradicar el cultivo de coca y la producción de cocaína.
Después de años de turbulenta negociación, el gobierno firmó y ratificó un controvertido acuerdo final con las FARC a finales de 2016, a pesar de serias preocupaciones implicaciones para los derechos humanos, la justicia y las instituciones democráticas colombianas.
El acuerdo proporcionó el marco para la desmovilización y reintegración de unos 7.000 guerrilleros de las FARC, así como planes para la participación legal de las FARC en el proceso político.
Sigue habiendo serias preocupaciones sobre el cumplimiento por parte de las FARC del acuerdo, requisitos para entregar armas, declarar activos, someterse a la justicia de transición y finalizar de manera verificable las relaciones con las actividades delictivas de los disidentes de las FARC.
En parte debido a las extensas concesiones que el gobierno hizo durante las negociaciones, la coca producción se ha disparado a niveles récord en los últimos años, y Colombia sigue siendo fuente y punto de tránsito para las drogas y una base para las redes criminales.
Más cocaína luego del tratado de paz
El gobierno de los EEUU estima que Colombia produjo una histórica alta de 188.000 hectáreas (477.520 acres) de coca, la materia prima para producir cocaína, en 2016. Se trata de un aumento del 20 por ciento en relación al año anterior y un aumento del 80 por ciento sobre la estimación promedio de la producción anual entre 2008 y 2015. El crecimiento de la producción de coca se encuentra principalmente en áreas bajo control de las FARC.
Estas cifras, combinadas con el potencial acceso del movimiento naciente a las clandestinas ilícitas recursos financieros, plantean serias dudas sobre si el acuerdo marca verdaderamente la amenaza criminal de las FARC y si los recursos ocultos encontrarán su camino en las actividades políticas de las FARC, facilitando una nueva ola de corrupción y subversión política.
Farah dijo que su testimonio se centra en el cambio en las estructuras financieras de las FARC, a la luz de durante el proceso de aplicación del acuerdo de paz firmado.
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