El escritor venezolano Alberto Barrera Tyzska advierte que en Venezuela podría haber ya un gobierno militar con Maduro de fachada. “El otro gran enigma ligado a los militares es la existencia de un narcoestado“, dijo en entrevista a Deutsche Welle
El laureado escritor nacido en Caracas en 1960 llegó a la capital alemana invitado por el Festival Internacional de Literatura de Berlín para presentar su última novela “Patria o muerte” (Tusquets Editores, 2015), traducida al alemán bajo el título: “Die letzten Tage des Comandante” (Nagel & Kimche, 2016).
El ganador del Premio Herralde de Novela por “La enfermedad” (Anagrama, 2006), aborda la batalla contra el cáncer del presidente Hugo Chávez, desde que es anunciada públicamente en 2011 hasta su muerte en 2013, mientras el país va cayendo en una histeria colectiva y en un enfrentamiento entre chavistas y no chavistas. La novela fue galardonada con el XI Premio Tusquets Editores de Novela en 2015.
DW: Por el contexto en el que se encuentra Venezuela, su novela “Patria o muerte” ha llamado mucho la atención en Berlín…
Alberto Barrera Tyzska: En general en el mundo hay mucho interés, mucha curiosidad respecto a Venezuela. Esta es una novela que empieza el día en el que Chávez les anuncia a los venezolanos que tiene cáncer y termina el día de su muerte. Ahí yo conseguí una especie de ciclo narrativo que daba la oportunidad de mostrar diferentes historias de ficción, del país y de Venezuela. De indagar un poco sobre lo que estaba pasando. Es una posibilidad de ver la realidad venezolana a través de la narrativa. Hay toda una parte de la novela que tiene que ver con el periodismo en la medida en que registra el proceso de la enfermedad de Chávez. Ahí fui muy riguroso. Pero Chávez no es el personaje central. Es como la voz de fondo. Lo que hay son historias de venezolanos, chavistas, y antichavistas, en contra y a favor del gobierno, de diferentes clases sociales, que viven en esa sociedad mientras agoniza el líder carismático.
Desde el proceso de la enfermedad de Chávez, que retrató usted ampliándolo, hasta este momento, la situación se ha agudizado. Hay un enfrentamiento muy fuerte y el desenlace sigue siendo incierto.
Ha habido dos grandes cambios fundamentales. Estamos hablando de 2013 hasta la fecha. En primer lugar el país se quedó sin el líder fundamental. Chávez había construido casi un Estado a su alrededor. Se había convertido en el eje del país. Había logrado su sueño, que era que la Constitución aprobara la posibilidad de la reelección indefinida en su cargo. Chávez hablaba políticamente desde la eternidad y no contó con el cuerpo, con la enfermedad. El cáncer llegó y lo mató. Y dejó ese país un poco como huérfano. Porque todo el Estado estaba construido a su alrededor. No sólo dejó huérfanos a sus seguidores, sino también a la oposición. El país se quedó como sin voz. Eso, como experiencia de caudillismo, produjo una crisis política.
Y para colmo la caída de los precios de crudo…
A eso hay que sumarle que, por la caída de los precios del petróleo, Venezuela entró en una crisis económica que nunca habíamos tenido. Estamos hablando de un país que tiene en este momento 700% de inflación. Hay unos niveles de crisis económica durísimos, y un congelamiento de la crisis política porque hay dos poderes enfrentados. Sobre todo a partir del 2015, cuando la oposición ganó el Parlamento. Todo eso se ha ido poniendo cada vez peor y esos poderes están cada vez más enfrentados, se ha endurecido mucho más el régimen de Maduro; tenemos un régimen autoritario con una militarización impresionante y ya incluso con iniciativas anticonstitucionales, como la Asamblea Constituyente. Maduro gobierna con los militares y con la violencia del Estado y con la violencia de las instituciones. No está muy claro qué desenlace puede tener esto que no sea violento. Es muy difícil predecirlo.
¿No se puede tener esperanzas de una solución como en el caso colombiano, en el que el diálogo pudiera ser la fórmula de Venezuela para salir adelante?
Lo ideal siempre es la negociación. La salida compleja es la negociación, que es el reconocimiento del otro. Que el otro es legítimo políticamente. A las sociedades les cuesta muchísimo aprender eso.
¿A las sociedades latinoamericanas?
No, eso se está dando en todos los países. Lo que está pasando en Estados Unidos es muy interesante. Trump podría ser ejemplo de eso, de un populismo creciente con tendencias autoritarias, de intolerancia, y habrá que ver para dónde va el mundo. No sé si es exclusivo de América Latina, pero en el caso venezolano, el gobierno, el chavismo, se ha convertido en una especie de secta religiosa, que no entiende la alternancia política, o peor, entiende que la alternancia política es una traición. Un pecado. No está dispuesto a darle al otro ninguna posibilidad. Estoy hablando de un líder como Maduro que dice que la oposición nunca llegará al poder, ni por las buenas, ni por las malas. Frente a eso ¿cómo se negocia?
Esta mirada retrospectiva reitera una vez más que la realidad supera la fantasía. En 2006, cuando Chávez llegó a la cumbre de la UE y América Latina, era el líder indiscutible de la región. Nadie se imaginaba entonces que poco más de una década después el país estaría a la deriva….
Entonces estábamos en plena bonanza petrolera, el barril estaba a más de 100 dólares, el gasto público del que podía disponer Chávez era inmenso. Chávez llegaba a Haití y ofrecía un aeropuerto. Ofrecía hospitales en otros países del mundo, él pensó que eso era para siempre y yo creo que ahí hay un elemento muy importante. Venezuela es hoy en día el único estado petrolero de la región, en rigor. Nosotros dependemos absolutamente del petróleo y tenemos mucho más petróleo que México y que Ecuador, que son países que producen otras cosas. Nosotros sólo producimos petróleo e importamos más del 80% de lo que consumimos. Por lo tanto, eso le da a Venezuela un matiz distinto dentro de América Latina. La gasolina está subsidiada desde hace más de 30 años. Llenar el tanque de gasolina en Venezuela cuesta menos de un centavo de dólar. Lo que en el resto del mundo es impensable. Hay una distorsión del mercado terrible. Se puede llenar el tanque de gasolina pero no hay dinero para comprar harina, arroz y víveres. Esa condición de Estado petrolero también da una idea distinta sobre la riqueza, sobre el trabajo, el Estado. Eso que llamamos el Socialismo del Siglo XXI que tanto pregonaba Chávez es un invento que sólo funciona si el barril de petróleo está a más de 100 dólares.
¿Que lección deja Venezuela sobre todo al resto de América Latina, por el hecho de haber petrolizado su economía, de haberla supeditado al petróleo?
Ha sido la tragedia de Venezuela en casi toda su historia, y Chávez resucitó dos fantasmas de la tradición venezolana. Uno, que somos un país rico. Que no hace falta trabajar, lo único que hay que hacer es saber distribuir la riqueza, porque la riqueza ya existe, no hay que producirla. Y el otro fantasma es el del militarismo sobre el mundo civil. Venezuela antes de los 40 años de democracia de finales del siglo XX pasó siglo y medio dominada por caudillos militares. Revivió la idea del hombre a caballo, del uniformado que sabe hacer las cosas frente a un mundo civil desorganizado, desordenado e ineficaz. Chávez resucitó el fantasma del caudillo militar. La gran tragedia de cara al futuro de Venezuela es que los militares tienen una presencia y un protagonismo en la sociedad impresionante. Dirigen bancos, dirigen proyectos de gobierno, gobernaciones. El 50% de los ministros de Maduro son militares. El gran desafío es cómo hacer para que los militares regresen a los cuarteles.
¿Es alto el riesgo de que en Venezuela se consolide un gobierno militar tras el régimen chavista?
Yo diría que ya hay un riesgo de que esto ya sea un gobierno militar con Maduro de fachada, eso es muy probable. Que uno pueda entender esto ya como un gobierno militar. Controlan tantas cosas y tienen tanta autonomía. Los militares, por decreto de Maduro, en este momento en Venezuela tienen incluso una empresa con permiso de explotación del petróleo y de la minería sin auditoría de las instituciones del Estado.
¿Y el narcotráfico, qué papel juega en éstas élites?
Ahí está el otro gran enigma ligado a los militares. Se habla de un narcoestado. Estados Unidos tiene a varios de los militares en una lista de personas buscadas por la DEA, acusados de narcotráfico y de manejar la frontera con Colombia, que es la zona que controlan los militares venezolanos. Se habla del cártel de los soles, formado por generales, que da salida al mundo a toda la cocaína que se procesa en Colombia y en Perú.
Autora: Eva Usi (ER)