En el último año y a raíz de la crisis política, económica, pero sobretodo humanitaria, que vive el vecino país, Cúcuta se ha convertido en el lugar de paso, y al mismo tiempo de destino de miles de personas llegadas desde ese país.
Por Portafolio
Esto no tendría nada de perjudicial si Cúcuta no fuera la ciudad con la informalidad más alta del país, siempre rondando el 70%, y con un desempleo del 16%, seis puntos porcentuales por encima de la media nacional.
Y precisamente esta es la queja de los cucuteños. La pésima situación laboral se ve agravada por la llegada masiva de personas de Venezuela, solo el 30% de ellos no tienen ningún vínculo con Colombia, el otro 70% lo componen repatriados e hijos de colombianos.
Las personas llegadas desde Venezuela en su mayoría son contratadas por sueldos desde 300.000 hasta 500.000 pesos sin ningún tipo de contrato legal ni seguridad social.
Esos sueldos son suficientes para ellos, si se tiene en cuenta que el salario mínimo, aún con el nuevo incremento de hace dos semanas, apenas llega a los 35.000 pesos colombianos.
Para Carlos Luna, presidente de la Cámara de Comercio de Cúcuta, la situación económica de la ciudad no puede ser una excusa para que no se contraten personas de manera legal y al contrario, en una situación que termina perjudicando a todos.
“El empresario cucuteño tiene que entender que emplear personas sin contrato afecta la dinámica de consumo de los cucuteños porque si las personas de la ciudad no tienen posibilidades de ingreso, termina siendo contraproducente. Los empresarios tienen que entender que la contratación ilegal, en condiciones de explotación y los cucuteños sin trabajo, no es la solución”, enfatiza Luna.
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