Que recordemos, nunca antes en la historia de Venezuela habíamos escuchado hablar tanto de soberanía nacional y nunca antes tampoco habíamos sido tan dependientes como ahora, pues si nos remitimos al básico concepto de la palabra, es soberano, según la Real Lengua Española, “quien posee la autoridad suprema e independiente”. Así es que, para poner las cosas en claro, comencemos por ahí.
Si nos trasladamos a lo más remoto de nuestra historia como país, dejamos de ser libre desde el descubrimiento y conquista de lo que hoy es Venezuela, y perdimos nuestra independencia económica desde el propio momento cuando irrumpe el petróleo como sustituto de la agricultura que, para entonces, constituía la principal fuente de riquezas y sustento de la población.
Sin embargo, podríamos decir que aun con las limitaciones impuestas por esta condición especial de dependencia, el país se vino manejando con cierta independencia impuesta por nuestro sistema jurídico, teniendo como base una Constitución de la República progresivamente mejorada, por lo menos hasta que comenzaron a aparecer las nuevas reglas del juego “democrático” impuestas por quienes hoy detentan el poder el país.
Entonces encontramos que, pese a que nuestra Constitución vigente define las reglas de ese juego que nos permitirían vivir en auténtica democracia, el pueblo venezolano y las instituciones fundamentales del Estado, hoy más que nunca, se encuentran subordinadas a poderes extraños.
En sus dimensiones territorial y política, Venezuela comenzó a perder su independencia cuando Hugo Chávez legó en los líderes de la dictadura cubana las decisiones fundamentales del Estado, en una insólita situación, como lo representa el hecho de que un país pobre ejerza autoridad sobre un país rico. No es necesario hacer un relato de las evidencias de esta realidad, pues son harto conocidas. Basta con recordar por el momento, que por instrucciones de Fidel Castro, Venezuela dejó de insistir en sus reclamaciones sobre el territorio guyanés, con lo cual estamos perdiendo una importante posesión estratégica de frente al océano Atlántico.
Esta sujeción al exterior se profundizaría progresivamente, especialmente desde la aparición en la escena de Nicolás Maduro en la Presidencia de la República, con la ratificación de la dependencia económica a China iniciada por Chávez, para llegar a lo que hoy, irresponsable e ilógicamente, se trata de imponer con la adopción de una “cesta de divisas” totalmente ajena a los usos y lógica de los sistemas monetarios de la región americana y del resto del mundo.
Y qué decir de la soberanía arrebatada a una institución que, como la Asamblea Nacional, representa la más legítima representación del pueblo, para asignarla a poderes no electivos que, como el TSJ y el CNE, la han venido utilizando para violar los más elementales derechos de la población, contenidos en la propia Constitución. Por si fuera poco, Maduro impuso ahora, un “suprapoder”, la pretendida Asamblea Nacional Constituyente, no solamente rechazada internamente por su ilegitimidad sino, más allá de nuestras fronteras, por países donde funcionan la legalidad y la democracia. O de la soberanía del Poder Judicial, cuando hasta el Sebin pasa por encima de sus propias decisiones, como la de mantener en prisión a presos políticos que tienen órdenes de liberación dictadas por tribunales competentes.
Y de cuál soberanía nos hablan, cuando a la población se le niegan derechos tan fundamentales y por ello establecidos en la Constitución de la República, como son los de la alimentación y de servicios públicos. ¿Podría alguien creer la cifra de muertes por desnutrición hoy en el país?
No señor, quién puede hablar de soberanía en el país, cuando hasta el propio Presidente de la República está sujeto, en lo interno, a un poder que se supone subalterno a él como es de las fuerzas armadas. ¿O es secreto para alguien que la institución castrense tiene una posición de mandato por encima de los demás poderes del Estado? Vaya usted y pregunte hasta donde llega el poder de esta institución que, de paso, ha sido frecuentemente señalada por algunos dirigentes políticos como subordinada al régimen cubano. Y si puede seguir preguntando, vaya y consulte al oficial de alto rango que en uno de los últimos desfiles “cívico-militar”, en Los Próceres, por qué exhibía en su pecho una bandera cubana.
@JJMorenoA