El reportero y criminólogo Bram Ebus investigaba el impacto ambiental de la explotación de trasnacionales en Puerto Ayacucho. Allí lo detuvo la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) durante unas horas. El hecho es otro capítulo de las políticas de oscuridad criminal sobre la explotación mineral del sur de Venezuela, publica Correo del Caroní.
Por Marcos David Valverde
@marcosdavidv
La base de su proyecto era una pregunta: ¿cuál es en realidad más allá de una medida desesperada del régimen madurista para hacerse con dinero fácil, el beneficio para los venezolanos? La duda estaba aderezada con otra pregunta: ¿qué tanta legalidad prevalece en torno del Arco Minero?
Eso, claro, no le gustó a la dictadura. Y Ebus pagó las consecuencias: este viernes lo detuvo la Guardia Nacional Bolivariana (GNB). Fue liberado luego de algunas horas.
Los cuatro que fueron detenidos ilegalmente por la GNB están libres, sanos y en sus casas. Mil gracias por su soporte, presión y mensajes???? pic.twitter.com/XbKfbpvjr7
— Bram Ebus (@BramEbus) 23 de septiembre de 2017
El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP) informó los detalles: luego del arresto en Puerto Ayacucho, a Ebus lo llevaron a Caicara del Orinoco antes de que lo dejaran libre tres horas después.
Bram Ebus no solo es periodista. Bram Ebus es, también, criminólogo. Y Bram Ebus, además, es investigador de conflictos socioambientales. Más allá de sus credenciales, en Ebus hay un genuino interés por un tema: el Arco Minero del Orinoco. Qué es. Y sobre todo, cuál va a ser el impacto de la explotación, una devastación indiscriminada que ya está dejando estelas.
Es por eso que Ebus estaba en Puerto Ayacucho este viernes. Conversaba con la gente. Miraba. Se sumergía en el enmarañado océano de las mafias mineras que devastan la zona sur del Orinoco: a fin de cuentas, investigaba. Ebus hacía periodismo.
No hubo información oficial respecto de la detención del investigador alemán. Por tanto, no hubo justificación alguna para entender el porqué de ella: conocer la excusa.
Lejos del ánimo especulativo, no sorprende la medida si se considera que la opacidad ha sido norma implícita desde la promulgación, en febrero de 2016, de la zona de desarrollo estratégico nacional Arco Minero del Orinoco.
La turbiedad ha tenido otra arista: la limpieza de las zonas mineras del sur de Bolívar que ha ejecutado el Ejército. Hablar de ejecutar no es metáfora: ha habido varias masacres por parte de los militares en esas zonas.
Ni hablar de los intentos de investigación periodística. El ejemplo fue lo que le tocó vivir a Bram Ebus este viernes. Amén del capítulo de la arbitrariedad, hay un factor que resalta: la dictadura madurista continúa cerrando las puertas a cualquier asomo de transparencia.
Los ataques a los medios son un ejemplo. Y ante ello no hay indiferentes: a comienzos de septiembre, La Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó el cierre de más de 50 medios en Venezuela. Tal asunto es obra pura y simple de una dictadura.
Como lo fue también este viernes el arresto de un periodista alemán que solo vino a buscar respuestas para un tema en el que no hay más que sombras.