“No morirás esta noche, te lo prometo”: Bruce Ure salvó a tres personas gravemente heridas en la masacre de Las Vegas, pero asegura ser un héroe común, como tantos en medio de la peor matanza de la historia reciente de Estados Unidos.
AFP
A pocos metros del hotel casino Mandalay Bay, flores, globos rojos en forma de corazón y velas encendidas rendían el martes homenaje a los 59 muertos a manos de Stephen Paddock, un contador jubilado de 64 años, jugador inveterado y habitual de los casinos, que el domingo abrió fuego contra miles de asistentes a un concierto de música country.
El área aún estaba bloqueada para permitir que la policía federal (FBI) buscara pistas, bajo el escrutinio de muchas cámaras de televisión. Por encima de ellas, se podía ver la ventana abierta del piso 32, donde el tirador, catalogado de “loco” y “psicópata” por las autoridades, apuntó a la multitud.
“Estábamos tras bastidores, en la sección más cercana al Mandalay Bay”, dijo Ure, subcomisario de policía de la ciudad de Seguin, en Texas.
Ure había viajado a la meca del juego y el entretenimiento para asistir al festival “Route 91 Harvest” y todavía tenía la cinta de espectador VIP en su muñeca derecha.
“De repente, creí oír petardos, y luego escuché el suelo estallar a nuestro alrededor. Como en los ‘westerns’, cuando se dispara al suelo para hacer bailar”, contó.
“Era la última noche del concierto, la gran noche”, dijo el policía. “Si alguien quería hacer algo grande, era esa noche”.
– “Una carnicería” –
Fue entonces que Ure se dio cuenta de que las balas, “al menos 50 disparos por ráfaga”, venían desde arriba y desde atrás. “Yo iba de negro, quizás por eso me salvé”, dijo.
Todo era “una carnicería, charcos de sangre” mientras intentaba resguardarse. Y en ese momento vio “un joven de unos 20 años, impactado en el muslo derecho, que se estaba muriendo” y lo sacó fuera del alcance del tirador.
Mientras trataba de contener la sangre, otras dos mujeres se acercaron. Una estaba herida en el pecho, la otra en la espalda.
Sin dudarlo, Ure detuvo a un automóvil que pasaba. “Le dije al conductor: ‘Necesito tu coche, tengo tres personas desangrándose’. No hay que pensarlo dos veces: ese tipo fue un héroe, y héroes como él estaban por todas partes esa noche”, contó, con la voz temblando de emoción a pesar de una carrera de 33 años en la policía.
En el coche en que se dirigían al hospital más cercano, este subcomisario de Texas sostenía constantemente la mano de una de las dos mujeres.
“Todo el mundo lloraba, yo también, y la señora se quejaba ‘Me voy a morir’, decía. Pero yo le respondí: ‘No esta noche. No morirás esta noche, te lo prometo'”.
Lograron llegar al hospital a tiempo y los heridos sobrevivieron. “Sé que están bien, pero no sé sus nombres”, dijo Ure.
Desconocido por la policía, el atacante acumuló en la mayor discreción un arsenal de más de 40 armas, explosivos y miles de municiones. Además de los 59 muertos, más de 500 personas resultaron heridas esa fatídica noche en Las Vegas.
Consultado sobre el control de la venta de armas, este curtido subcomisario se negó a comentar sobre el tema: “Esa no es mi área, yo soy el que intenta arreglar las cosas, no el que tiene que decir quién es el responsable”.
AFP