Uno pudiese pensar que eso es un asunto menor frente a la afectación de lo políticamente correcto, el problema es mayor, el punto no es el aspecto de Iris Varela, de Delcy Eloína o su hermanito, el punto no son las apariencias democráticas que se esfuerzan en fingir estos mal llamados revolucionarios, sino su actuación, reñida siempre con la tolerancia y el respeto a una nación, como quedó demostrado con tan soberana mentada de madre en los “espacios” donde parece no existir moral en ninguno de los dos bandos empeñados en hacernos ver que la cohabitación es la mejor opción de vida republicana mientras se excusan hablando de la crisis del país, como si eso no fuese consecuencia de una política de empobrecimiento e impunidad cuyo fin no parece estar tan cerca como para alegrarse con las elecciones regionales. Ambos bandos, especialmente los precursores de la irreductibilidad de los espacios para terminar cediendo el hemiciclo, están tan desconectados de la realidad, que no pasarían un examen psiquiátrico.
Quiere decir entonces que el tema no es el voto, que en 18 años nos trajo a este despeñadero con un récord de elecciones. El tema es que Venezuela se evapora, la gente muere de mengua y las oportunidades se desvanecen. La pérdida de tiempo en la procura de un cambio, lo cual nos lleva a una cotidianidad nunca antes vivida en Venezuela, que referiré brevemente así digan que caigo en lugares comunes. El hambre arrecia. La carne molida pasó este año de 6.000 a 35.000 bolívares, ¡35 millones!, sin anestesia, y si quieres no la compres, te dicen los carniceros, ¿quién aguanta esto? Asfixia total y pobreza extrema. La miseria en comunismo es una tendencia irreversible, como las de la comadre Lucena. Ahora hay panaderías que exigen carta de residencia para comprar un simple pan, si es el gas doméstico, el Consejo Comunal te lo tiene que autorizar previa entrega de la plata del Clap que llega una vez a la cuaresma pero su precio sube tanto como el dólar paralelo, como en una parodia parecida a la de Bernal recuperándose de un aparatoso accidente en el Hospital Central de San Felipe en Yaracuy comparándolo a una clínica, cuando el yaracuyano sufre día tras día por las carencias en ese centro asistencial.
Por otra parte, todas las enfermedades que existían en mi infancia, y que fueron erradicadas con una política de Estado de más de 60 años, vuelven con el comunismo. Dígame usted en Guayana, la malaria, mejor conocida como paludismo, está haciendo estragos, la difteria no se queda atrás, y desde allí se están propagando a todo el país y hasta el exterior, porque en las minas, foco de esas enfermedades, hay gente de todas las latitudes tratando de aliviar sus carencias, haciendo más complicado el fenómeno de la inseguridad y de la escalada inflacionaria no sólo en el sur del país sino en toda Venezuela. Si los venezolanos seguimos sin alimento, sin salud, sin seguridad, sin empleos dignos, iremos todos a un manicomio por culpa de este régimen, y los niños son los que más sufren y menos entienden eso del voto ajuro.
Honestamente creo que no es mucho pedir ser más conscientes de un hecho que trasciende al voto, independiente que se le vea como derecho o panacea: el régimen quiere un país poblado por mendigos analfabetas, porque la cultura y la eficiencia los ofende. Por eso, los venezolanos que están afuera, no están “simplemente afuera”. Son exiliados, desterrados, desplazados por un régimen que le mató sus sueños en un contexto donde llaman “espacios” a los enchufes de enchufados gozando de la vida mientras el pueblo sigue en cola, pasando hambre y muriendo de mengua, precisamente los espacios que no se deben ceder a juicio de lumbreras políticas que comenzaron por ceder el espacio que ocupaban en la cárcel a muchos jóvenes detenidos y juzgados por la justicia militar. Entonces es como chocante una campaña con la que desde la oposición insultan y descalifican al que no quiera ir a votar y que te mienten la madre si le dices las verdades al régimen.
Félix Francisco Bertomolde
@memientanchico