Toser, reír, hablar, estornudar… Son los principales culpables del contagio de la enfermedad infecciosa que causa más muertes en el mundo: la tuberculosis. Pero no son las únicas vías de transmisión. Además del intercambio de gotículas de saliva entre humanos, los animales son causantes de 140.000 casos anuales, algo que provoca 12.000 muertes al año, publica el diario El País de España.
El contagio entre animales y personas ha sido tradicionalmente bastante desatendido y estos datos son estimaciones que pueden quedar muy por debajo de las cifras reales, ya la enfermedad está infradiagnosticada. Se dieron a conocer el pasado jueves 12 de octubre en la 48ª Conferencia Mundial de La Unión sobre Salud Pulmonar (The Union), que se está celebrando esta semana en Guadalajara (México) y forman parte de la primera Hoja de ruta contra la tuberculosis zoonótica.
“Los datos pueden parecer pequeños si se comparan con los globales de la enfermedad, que cada año causa 1,8 millones de muertes, pero cada vida cuenta”, justificaba en el lanzamiento de esta hoja de ruta Paula Fujiwara, directora científica de The Union. “Y para la meta de terminar con la epidemia mundial tuberculosis en 2030, que está dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, atajar la zoonótica es indispensable”, añadía.
Si la tuberculosis es una enfermedad que ya de por sí se ensaña normalmente con las personas más vulnerables, ya que prolifera entre el hacinamiento y las malas condiciones higiénico-sanitarias, la transmitida por animales se propaga en los más olvidados entre los olvidados.
El doctor Simeon Cadmus, profesor de Salud Pública Veterinaria de la Universidad de Ibadán, lleva años trabajando con estas comunidades en su país, Nigeria. Es el cuarto del mundo con más carga de tuberculosis y, entre las 21 millones de cabezas de ganado que existen, no se ejerce ningún control sanitario. “Las pequeñas comunidades pastorales viven por completo de los animales, toman su leche sin pasteurizar y no es sencillo hacerles cambiar de costumbres. Primero hay que llegar a ellos y ganarse su confianza y, a partir de ahí, estamos trabajando en un proyecto de salud integral con veterinarios y médicos para enseñarles medidas higiénicas y establecer protocolos sanitarios”, explica.
La transmisión más frecuente de tuberculosis de animales a personas se produce por beber leche cruda o tomar productos lácteos sin tratar, aunque también ocurre, en menor medida, por ingesta de carne poco cocinada y por el contacto con los propios animales. Timpiyan Leseni se contagió por alguna de estas vías en la comunidad donde vive en Kajiado (Kenia). “Comencé a perder peso y se me hinchó la barriga. No sabían que podía ser hasta que, a base de pruebas, detectaron el problema”, explica la ahora activista contra la enfermedad.
Fábrica de queso Acatic, en Jalisco. Toda la leche que llega aquí es de productores certificados por estar su ganado libre de tuberculosis.ampliar foto
Fábrica de queso Acatic, en Jalisco. Toda la leche que llega aquí es de productores certificados por estar su ganado libre de tuberculosis. MARCUS ROSE THE UNION
La tuberculosis que contagian los animales (M. bovis) es diferente a la habitual entre humanos (M. tuberculosis). Esta afecta normalmente a los pulmones, mientras que la primera suele alojarse en los ganglios linfáticos y otros órganos. Las pruebas clínicas habituales no permiten distinguirlas, así que está infradiagnosticada. Además, la M. bovis presenta una resistencia a uno de los cuatro medicamentos que se usan en la primera línea de tratamiento. Y precisamente está más presente en lugares donde existen menos medios para detectarla de forma adecuada, así que a menudo la terapia no es la correcta, lo que puede generar nuevas resistencias a medicamentos y hacer la enfermedad más peligrosa.
Con el lanzamiento de la hoja de ruta, la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización Mundial de Sanidad Animal (OiE), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y The Union, unen fuerzas para marcar el camino que ayude a combatir esta amenaza. Para ello, buscan un enfoque integral. “No es posible atajar la transmisión a personas si no se lucha contra la enfermedad en los animales”, explica Simona Forcella, gestora de proyectos de la OiE.
El documento plantea 10 prioridades para hacer frente a la tuberculosis zoonótica:
-Recopilar y comunicar datos más completos y exactos de las poblaciones humana y animal.
-Mejorar el diagnóstico en el ser humano: ampliar la disponibilidad de medios apropiados y la capacidad de realizar pruebas para identificar y caracterizar la tuberculosis zoonótica en personas.
-Subsanar las lagunas de la investigación: especialmente en lo que respecta a la epidemiología, los medios de diagnóstico, las vacunas, los tratamientos eficaces para los pacientes, los sistemas de salud y las intervenciones coordinadas con los servicios veterinarios.
-Garantizar una mayor inocuidad de los alimentos.
-Mejorar la salud de los animales: desarrollar la capacidad del sector para reducir la prevalencia en el ganado.
-Reducir el riesgo para las personas: identificar a las poblaciones clave y las vías de riesgo para la transmisión de la tuberculosis zoonótica.
-Aumentar la concienciación, el compromiso y la colaboración: involucrar a las principales partes interesadas, públicas y privadas, y entablar una colaboración intersectorial eficaz.
-Formular políticas y directrices: aplicar normas de vigilancia, diagnóstico y tratamiento.
-Llevar a cabo intervenciones conjuntas: actuaciones adaptadas a las comunidades en las que se aborden conjuntamente la salud humana y la animal.
-Fomentar la inversión: obtener el compromiso político y la financiación necesaria para hacer frente a la tuberculosis zoonótica desde todos los sectores.
La idea es conseguir que en los países más afectados por esta enfermedad, sobre todo en África y el sudeste asiático, se consiga lo que ya se ha logrado en muchos otros lugares del mundo donde la salud animal está controlada y la tuberculosis zoonótica no representa un problema.