A partir del 15-O los venezolanos se comenzaron a plantear que no se puede seguir acompañando una posición absurda como la de seguir concurriendo a elecciones con un árbitro parcializado, por más que los liderazgos los lleven bozaleados a un matadero electoral. Tanto lo aprendieron, que aquellos a quienes siempre tratamos de convencer que el CNE era fraudulento y no se podía asistir sin condiciones a otra elección, son los primeros que ahora rechazan al organismo electoral aun siendo quienes siempre defendieron que ellos ganarían independientemente de las trampas del gobierno. Parece que ya cambiaron de posición y eso es un avance importante para lo que ocurra en el futuro.
Pero lo más importante que a mi juicio está comenzando a modificarse, es que ahora el tema del cambio político no se está centrando en candidatos, o cargos de elección popular. Se están empezando a discutir rutas, caminos, formulas para salir del régimen. ¿Y por qué digo esto? Porque precisamente se está poniendo en tela de juicio la famosa “ruta electoral” que la MUD nos había vendido como la panacea para salir de estos delincuentes que detentan el poder en Venezuela. Ya se está dejando de lado esa discusión maniquea de que solo con elecciones, y menos con unas trampeadas, podremos superar esta espantosa crisis.
Entonces ya estamos poco a poco cayendo en el debate correcto. Porque si hablamos de métodos, procedimientos, y rutas de acción, entonces quienes las van a ejecutar pasan a un segundo plano. Una vez que se decide qué hacer, se buscará luego al que mejor lo haga. Parece lógica simple pero sumamente complicada para quienes históricamente han hecho descansar toda la estrategia de la lucha opositora para contener al régimen solo en el cambio de las caras electorales. Tenía que llevarse al país a un fraude de proporciones nunca antes vistas como el del 15-O para que la población comenzara a entender la situación y a pensar de otra manera. Aunque todavía es muy pronto, podemos debatir algunas de esas rutas. Veamos.
La primera de ellas es la que llamaría la “ruta clásica” que se nos ha propuesto desde que se nos ha llevado a votar con este sistema corrupto del CNE. De acuerdo a esta ruta la oposición oficial nos vende que independiente de las trampas del CNE, si votamos en un porcentaje mayoritario y si se tienen todos los testigos en las mesas, entonces no hay manera de que se nos estafe.
El fundamento sobre la que se basa esa ruta está en el triunfo opositor en las elecciones Parlamentarias del 6D-2015. Aunque la “ruta clásica” parecía ser imbatible hizo aguas el 15-O, y ahora los voceros de la MUD achacan sin fundamento estadístico la derrota a la abstención. A mi juicio la oposición gano el 6D-2015 no precisamente porque el CNE no estuviera preparado para robarnos de nuevo las elecciones (ver Emili Blasco de ABC Internacional, “El Alto Mando militar fuerza a aceptar la gran victoria de la oposición en Venezuela”, http://www.abc.es/internacional/abci-alto-mando-militar-fuerza-aceptar-gran-victoria-oposicion-venezuela-201512070619_noticia.html?ref_m2w). Desde el 2004 hasta la fecha el CNE ha hecho fraude técnico en absolutamente todas las elecciones pero sistemáticamente la oposición oficial ha ignorado esa realidad…hasta ahora.
Los venezolanos probaron amargamente el 15-O que de insistir en esa ruta sin un cambio profundo en el sistema electoral, los resultados seguirán siendo invariablemente los mismos. De esta manera veo difícil que los electores vuelvan a concurrir a las urnas electorales si no se demuestra un cambio profundo que garantice los votos de la población. Si la MUD pretende insistir en la “ruta clásica” tendrán que cambiar a las autoridades del CNE desde la Asamblea Nacional, con una composición imparcial y que sea tragada por el régimen, algo que veo difícil –por no decir imposible- de hacer en dictadura. Esto sin contar que la MUD aun sigue en convivencia con el régimen. Incluso hicieron el amague de cambiar las autoridades del CNE pero saboteando abiertamente el proceso por la inasistencia a la Asamblea Nacional de un partido opositor claramente consustanciado con el régimen.
En contraposición a la “ruta clásica” electoral de la MUD, María Corina Machado del partido Vente Venezuela ha propuesto una ruta alternativa que pasa igualmente por el nombramiento de nuevas autoridades para el CNE por la Asamblea Nacional pero que deberá sesionar desde el exterior porque serán perseguidos como el TSJ en el Exilio que recientemente fue instalado en la sede de la OEA en Washington, DC (ver MCM: No existe una salida por la vía electoral con el CNE actual, en https://www.contrapunto.com/noticia/maria-corina-machado-o-existe-una-salida-por-la-via-electoral-165561/).
Esta ruta alternativa, que llamaremos “ruta del exilio”, pasa por que ese nuevo CNE nombrado por la Asamblea Nacional convoque a elecciones generales en la línea del cumplimiento del mandato de la Consulta Popular del 16J. Esta “ruta del exilio” sale como una respuesta a la crisis presentada por el desastre de la MUD evidenciado el 15-O, estableciendo una secuencia de eventos internacionales que eventualmente nos lleve a una transición por una vía diferente que seguir esperando el cambio por la “ruta clásica” electoral de convivencia con el régimen propuesta por la MUD.
En otras palabras, una vez que sea electo un Gobierno de Unidad Nacional por un CNE legítimo en el exilio lo que faltaría sería forzar el cumplimiento de ese escenario a través de la presión internacional. Esa presión internacional se podría manifestar desde profundizar sanciones que se están imponiendo al régimen desde hace algunas semanas hasta llegar a una fuerza multinacional de intervención humanitaria.
El escenario se asemeja, con sus obvias diferencias, al planteado en Panamá cuando Guillermo Endara ganó las elecciones frente al candidato del régimen panameño en mayo de 1989. Endara fue inmediatamente perseguido por Manuel Noriega, dictador en ese entonces del país. Eso y la muerte de un soldado estadounidense por fuerzas de Panamá fue la razón aducida para invasión por tropas norteamericanas. “El 20 de diciembre de1989, mientras los estadounidenses bombardeaban distintos puntos de la capital panameña, Endara fue juramentado como Presidente Constitucional de Panamá, en una ceremonia realizada dentro de una base militar de Estados Unidos, ubicada en la Zona del Canal” (ver Guillermo Endara, en https://es.wikipedia.org/wiki/Guillermo_Endara).
Sin entrar en consideración de si eso fue bueno o malo para Panamá, ese país no se encontraba en la situación de la Venezuela actual, un país completamente dividido y destruido por fanáticos ideologizados, que aunque necesita con urgencia un cambio de Gobierno, también necesita que esas autoridades nazcan producto de un proceso de reconciliación de su población, y no salido de negociaciones a puertas cerradas sino de la decisión de sus propios ciudadanos. Y eso va mucho más allá de elegir o designar a un nuevo Presidente de la Transición ya que su estabilidad sería nula frente a un país desmantelado y con la gravedad de los problemas que nos aquejan.
El esfuerzo de llamar a elecciones vía un nuevo CNE en el exilio para provocar un Gobierno de Transición, es exactamente el mismo que el de convocar a la población a resolver su crisis a través de un Referendo Consultivo Constituyente que le pregunte al Depositario de la Soberanía: a) si desea o no un proceso Constituyente Originario en paz –con unas Bases Comiciales propuestas- para la reorganización del Estado y la re-institucionalización del país destruido; b) si desea o no revocar la Constituyente de Maduro y sus decisiones inconstitucionales; y c) si desea o no la renovación de todos los Poderes Públicos y la designación de un Gobierno de Unión Nacional hasta la promulgación de una nueva Constitución con elecciones generales. Esta ruta garantizaría la estabilidad política del país.
La última pregunta iría en consonancia con la pregunta No 3 de la Consulta Popular del 16J, solo que en este caso sería un mandato, no ya a la Asamblea Nacional, sino a los Constituyentes electos, con lo cual la Asamblea Nacional Constituyente no estaría disponiendo por si sola de los Poderes Públicos sino por mandato expreso en Referendo del Pueblo Depositario de la Soberanía.
Esta tercera ruta, que hemos llamado “ruta constituyente” partiría igualmente de unas nuevas autoridades del CNE como premisa fundamental, desde el exilio o no, pero también que la Asamblea Nacional llame a ese Referendo Consultivo Constituyente por vía del Artículo 71 Constitucional, al cual podría convocar con mayoría simple de sus integrantes por materia de especial trascendencia nacional.
Como verán, hay más de una propuesta de “rutas”. Y la última no es nueva. No es más que una variante de lo que hemos propuesto por años desde la Alianza Nacional Constituyente porque no es otra cosa que la convocatoria al Poder Constituyente Originario para resolver la crisis del país, haciendo énfasis que es desde su seno que debe nacer cualquier Gobierno de Transición, no de una simple decisión nacida de un conciliábulo político. Y ahora, luego de la Constituyente fraudulenta del régimen, se hace más necesaria aún esa “ruta constituyente” luego de las decisiones ilegales que ya están tomando desde la Asamblea Nacional Constituyente de Maduro.
No será cuestión de protagonismos personales sino de la solución política que mejor le convenga al país. Quedará de los venezolanos decidir por cual ruta continuar independientemente del conductor. Siempre me inclinaré por una solución que no tenga más protagonista que nosotros mismos, incluyendo a los que no piensan como yo. Pero esos procesos deberán conducirse por nuevos liderazgos que nacerán de las cenizas del desastre del 15-O. No solo hacen falta nuevas rutas sino quienes las planteen y las lleven a cabo. Empezamos a estar en la dirección correcta…
Caracas, 20 de Octubre de 2017
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