Venezuela tiene dos tipos de deuda, la deuda financiera y la deuda social. La deuda financiera es aquella que contrata por el gobierno y PDVSA con bancos internaciones y fondos de inversión. La misma a esta fecha alcanza aproximadamente a US$ 150.000 millones de dólares. La deuda social, por su parte, es la que mantiene el gobierno con el pueblo venezolano, hoy con hambre, languideciendo por la falta de medicinas y en una situación de precariedad. La deuda financiera fue contratada en momentos en que el precio petrolero estaba en más de US$ 100 por barril y actualmente ese precio es mucho más bajo. Ello ha determinado que la carga de la deuda sobre el presupuesto nacional alcance a más de 30% mientras que lo gastado en salud y educación no supera el 25%, con lo cual el gasto realizado por el gobierno se orienta principalmente a cancelar la deuda, en lugar de atender las prioridades nacionales.
Durante 2017 el gobierno tiene previsto pagar más de US$ 12.000 millones en capital e intereses de la deuda externa en tanto que el gasto social no llega ni al 40% de ese monto. El pago de la deuda ha venido tragándose los recursos del país al punto tal que en este año las divisas asignadas a las materias primas para fabricar alimentos y medicinas ha disminuido más de 30% con relación a las divisas asignadas en 2016, situación esta que explica los exiguos niveles de abastecimiento de alimentos y medicinas. Quienes llevaron a cabo y emitieron esa deuda tan elevada son los responsables del hambre que pasa el pueblo venezolano.
Fue un acto criminal haber endeudado a la nación de esta manera absolutamente irresponsable al emitirse una deuda en dólares pagadera en bolívares. Hoy, entones, el gobierno mantienes un pasivo en moneda extranjera que virtualmente no puede pagar y si lo hace es al costo de restringir las importaciones de bienes esenciales. Durante los años 2018 y 2019 la concentración de pagos de la deuda financiera es significativa, teniéndose que erogar más de US$ 20.000 millones en esos dos años. Lo peor de todo fue que la deuda de PDVSA en lugar de haberse destinado a fortalecer la producción de petróleo sirvió más bien para regalar las divisas un tipo de cambio totalmente irreal. Como consecuencia de lo anterior, la producción petrolera ha venido declinando a un ritmo anual de 10% y Venezuela es hoy un país en decadencia desde el punto de vista petrolero, no obstante tener una base de reservas en el sub suelo que le permitiría producir 6.000.000 millones de barriles diarios de petróleo en vez de los 2.300.000 que se producen actualmente. Venezuela enfrenta así la paradoja de unos acreedores ricos, un gobierno endeudado y un pueblo empobrecido. No aprendimos la lección de las experiencias del endeudamiento de los años setenta y ochenta cuando Venezuela fue endeudada masivamente.