Me parece genial que alias “Popeye”, el sicario más fiel de Pablo Escobar, sea activista de los derechos humanos, como tal lo primero que hizo fue sacar a flote las incoherencias que en esa materia tienen los “delincuentes chavistas”, así los llama él, que algo sabe de mafias, capos, traquetos y otros especímenes que han proliferado con la revolución bonita.
“Popeye es un delincuente”, “no le queda bien ese papelito de defensor de derechos humanos”, eso dicen los jerarcas chavistas como Diosdado y uno que otro mandadero como Mario Silva, éste último parece obsesionado con “la narcoestrella de las redes sociales”, les molesta sobremanera que les descubra el juego alguien salido del oscuro mundo del narcotráfico al que ellos entraron por ingenuidad y se quedaron por malicia.
Así las cosas, parece que estamos ante dos tipos diferentes de delincuentes, eso sí, ambos convictos y confesos. Ah, pero hay una gran diferencia, al que mientan “Popeye” pagó una larga pena por sus delitos, durante ese tiempo estudio y, según las malas lenguas, tomó clases de oratoria y liderazgo para dedicarse al activismo político, algo que está haciendo irradiando sus acciones hacia Venezuela. Una pregunta ingenua, más bien, tonta, ¿será que Popeye puede hacer eso?
Yo respondería diciendo que si los chavistas lo hacen, también “Popeye” puede hacerlo, y con más razón, ya él, en buen derecho, no le debe nada a la sociedad, y si estamos de acuerdo en que el sistema carcelario, aquí y en la Conchinchina, debe procurar una satisfactoria reinserción social del penado, tengo que decir algo irrebatible, con “Popeye” fueron exitosos, lo que no han logrado aquí con ningún pran, con ningún privado de libertad, menos con los presos políticos, en él se logró a cabalidad.
¿Qué pasa con Popeye y los capos chavistas? Algo obvio, ellos no reconocen ningún tipo de derecho ni garantías a nadie, ni aquí ni afuera, es lo que ellos digan, se creen más infalibles que el Papa. Pobrecitos, piensan que se van ir lisos, cuando en realidad deben pagar una larga pena por sus crímenes, como lo hizo Popeye, por eso es que se ponen fuera de sí, le vociferan oprobios, insultos, para que no se los recuerde con su actitud desafiante, con gafas oscuras o sin ellas, así, a lo mero macho, como son los retos entre gente seria en el mundo delictual, ¡de frente!, a los de aquí eso les aterra, se les dificulta ocultar tanto nerviosismo “por palabras nada más, si lo ven en acción, se quedan en el sitio”.
Alegan los chavistas que Popeye tiene muchos muertos encima, creo que casi tres centenas, mucha gente en verdad; ahora bien, si nos ponemos a contar las víctimas de este régimen tendremos que pedir un cargamento de dedos prestados si es que contamos con las manos. Insisto, Popeye ya pagó el daño que causó a la sociedad en los términos establecidos por la ley de su país, en cambio a los de aquí los espera el Tribunal de La Haya por los delitos de lesa humanidad en los que están incursos.
Ya entienden porque digo que me parece genial que ese ciudadano colombiano, ex reo de la justicia, sea defensor de los derechos humanos, es el mejor contraste para desenmascarar a los sicarios de Nicolás que nos ejecutan a diario con la carestía, la hiperinflación, la inseguridad, y ahora, para rematar, profundizando el fraude electoral, algo de lo que no se puede hablar so pena de terminar preso como conspirador. A eso llamo yo sicariato despiadado, a la vista de todos, tanto o más sanguinario, tanto o más cruel que los descritos como obra del otrora lugarteniente del dueño de la Hacienda Nápoles.
Ojo, con eso no estoy justificando a Popeye, ni lo censuraré, menos siendo hechos ya juzgados los crímenes que se le atribuyeron; lo que si haré, sin caer en juicios de valor, es destacar la inconsistencia de los argumentos de la jerarquía psuvista hacia su persona, quien tiene todo el derecho de actuar en sociedad, de acuerdo a sus intereses y convicciones, siempre y cuando no estén reñidas con las buenas costumbres y las leyes. Pregunto, ¿será que alguien puede decir lo mismo de algún chavista? Teniendo presente su desvergüenza, perversidad y cinismo, honestamente lo dificulto.
Esta novedosa versión de la defensa de los derechos humanos, encarnada por Jhon Jairo Velásquez, alias “Popeye”, ex jefe de sicarios de Pablo Escobar Gaviria, es por demás interesante, de entrada, y por contraste, hace añicos el discurso oficialista sobre los derechos humanos, pero a ellos lo que más le molesta es que Popeye les diga “brujas”, un término nada apropiado para quienes se creen machitos por aquello de usurpar el poder, pero le dan sentido a ese término con los aspavientos ante este atípico defensor de derechos humanos.
Félix Francisco Bertomolde
@memientanchico