Al pensar en las criaturas que viven bajo el suelo de un jardín, seguramente la mayoría de nosotros pensará en criaturas viscosas, que se arrastran o vuelan, que suelen tener una estructura anatómica sumamente peculiar pero, por encima de todo esto, de tamaño más bien reducido, reseña Pijamarsuf.
Y qué fortuna que sean pequeños, pensarán otros más, pues esas mismas características hacen que algunas personas los encuentren repugnantes, terroríficos o al menos poco agradables.
De ahí también que cuando descubrimos insectos que exceden nuestras expectativas no sepamos cómo reaccionar, si con asombro o con miedo, si elogiando a la naturaleza por sus creaciones o admirándola desde una distancia segura.