No podemos engañarnos. Acaba de comenzar la temporada de cacería política. Y como toda acción metida como calzador, fue notificada a voz en cuello y con la parafernalia aburrida de una declaración controvertida, como tantas de estos funcionarios desventurados, que sólo esgrimen su cansona reyerta y el tratar de aparentar el tener la razón en sus argumentos para los excesos.
Con las mismas fachas de peón sin tablero y adjudicándose el título de hacedor de justicia, el fiscal general que se inventó la Asamblea Nacional Constituyente, Tarek William Saab, anunció que solicitará la apertura de antejuicios de mérito ante el TSJ, contra actores políticos que hayan instigado a la violencia y la desobediencia de las instituciones del país.
Resulta evidente que gran parte de la oposición es poco menos que vulnerable ante esta nueva acometida, pues las instancias creadas por el gobierno carecen de la constitucionalidad y el orden de las cosas correctas, como para ser reconocidas por un político con algún índice de sensatez y con la buena virtud para defender a esta nación hecha de absurdos.
Tal propuesta retumbó como un vaticinio en esta parodia nacional, llevada por el totalitarismo y que dirige al país hacia los senderos de la destrucción. Ya Saab había avizorado esta persecución, cuando en agosto asomó la idea de quitarle la inmunidad al diputado Ferrer, sin la anuencia de la AN.
Puede leerse entre las líneas de las directrices cubanas, que debe arrollarse de una vez por todas, cualquier vestigio de valentía en la oposición. Nada es casual ni improvisado, cuando las vejaciones se regalan a diario en el estuche de la institucionalidad. Es obvio el sablazo: hacer trizas al adversario cuando todavía permanece estupefacto frente a la infamia.
Por ello, sin darle tiempo a la ciudanía de reponerse de los resultados despiadados de las regionales, anuncian las elecciones municipales, mientras Maduro amenaza con inhabilitar a los partidos renuentes a participar en esos comicios prestos para otro fraude.
Como si ya no estuviésemos exhaustos de las desmoralizaciones, el régimen muestra su deseo imperativo de pisotear de inmediato a la cordura tendida en el pavimento.
Como nos tiene acostumbrados, nos obliga a tragarnos la píldora amarga de sus noticias de desencanto. Otorga esas horas resueltas para la confusión, siempre con su escenario amueblado de aumentos del salario; una orden ilusoria de refinanciar la deuda externa en los niveles más precarios de la economía; la entrada en vigencia del billete de cien mil bolívares como estandarte de la hiperinflación y una MUD dividida en sus propias contradicciones.
Pero la estocada anunciada fue el removerle la inmunidad parlamentaria al vicepresidente de la AN, Freddy Guevara, por unos delitos tan delirantes como figurativos, pues él es de los pocos con el espíritu combatido de restablecerle el buen juicio a una oposición que no atina a resolver sus propios acertijos.
Entretanto, el mismo diputado decidió no inmolarse en una reclusión sin sentido y se hospedó el fin de semana en la embajada de Chile, tomando la misma ruta de otros miembros de Voluntad Popular, quienes han visto al exilio como única alternativa y no ser parte de los más de 600 presos políticos existentes en el país.
El régimen se quitó hace un tiempo, la capucha de las apariencias. Poco le importa si Canadá haya sancionado a más 59 funcionarios, EEU a 32 o que exista un Grupo de Lima, un secretario de la OEA y varios altos mandatarios alertando sobre la inexistencia de la democracia en Venezuela. La única manera es darlo todo por el todo y batir la fórmula en la probeta, para darle forma a la dictadura y sus jerarcas puedan seguir con un poder que ya no les pertenece.
@Joseluis5571