Un médico del Hospital Doctor Raúl Leoni, en San Félix, resume el tema con una frase: “A medida que se incrementa la inflación, se incrementan las muertes por desnutrición”.
Su comentario, más que una relación entre variables, es una realidad que demuele cualquier tipo de conjeturas: entre el 17 de junio y el 4 de septiembre murieron por desnutrición 17 niños en el hospital de Guaiparo.
La cifra se suma al conteo del primer semestre del año: 24. En total, hasta principios de septiembre habían muerto de hambre 41 niños en ese lugar. Sin contar los decesos en otros hospitales, en donde los médicos no se atreven a hablar. Sin contar los que no mueren en ningún hospital, sino en sus casas. Sin contar, además, que el silencio estatal grita cuando deliberadamente oculta estas cifras, o cuando las camufla con la falaz causa de muerte de “paro respiratorio”.
Ante el escándalo, silencio
El médico, que resguarda su identidad por temor a represalias, detalla que 2017 ha sido exponencial en cuanto al hambre: si bien no igualan en número a los casos de desnutrición crónica, los casos de desnutrición aguda son más y son los que matan niños.
“Eso va directamente relacionado con la falta del alimento. Cada vez, las personas tienen menos posibilidades de adquirir alimentos a base de proteínas, alimentos que realmente tienen un valor nutricional y eso va a repercutir en la desnutrición. Cada vez hay más casos y cada vez son más severos”, afirma.
Tanto los altos costos como la escasez de proteínas son dos de las condiciones determinantes para matar de hambre. Es lógico: un pollo no cuesta menos de 100 mil bolívares; en las carnicerías no hay carne y el reciente aumento del salario mínimo decretado por Nicolás Maduro no alcanza ni para comprar un kilo de jamón.
“Los niños no aguantan, no esperan. Son muy frágiles: están en desarrollo, en la etapa de adquirir madurez en su sistema inmunológico. Y al verse comprometido el estado nutricional, se ve afectada su salud”, expone.
Advierte, además: “por no tener proteínas ni nutrientes, los niños no se desarrollan y no adquieren motricidad: un niño desnutrido de un año no se puede sentar ni gatear y menos caminar. En el sistema nervioso central no adquieren desarrollo cognoscitivo. Tenemos secuelas a corto plazo, como la muerte”.
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