Anoche, por no variar, se hizo nuevamente la oscuridad en la zona de El Hatillo en la cual vivo. Estaba viendo por enésima vez una película de Cantinflas –“Abajo el Telón”, seamos precisos- en el canal de televisión entregado a los militares -tómese nota, no todo es CNN en la vida-, establecido para que algunos oficiales expongan sus actitudes castrenses, las maravillas de la revolución que actualmente mas o menos dirige Nicolás Maduro y pasen las películas de Cantinflas.
Gracias a la batería de mi computadora portátil, comprada años atrás cuando la CANTV hacía la revolución con entusiasmo, el internet funcionaba y los teléfonos también, con detalles, pero con más ventajas que fallas, pude jugar lo mismo que el Presidente y su Gobierno. Solitario, sólo que yo con cartas y en la computadora, y el oficialismo con torpezas y alardes en el escenario internacional.
Noche sin luz, como la revolución que el madurismo va desgastando a su manera, si bien hay que reconocerle al Presidente Maduro su perenne sonrisa e imperturbabilidad -lo que en criollo profundo llaman “car’e tabla”- para que los argumentos y testimonios que demuestran la decepción y el hastío de la gente, la misma que forma parte del cuestionado mercado CLAP, y el claro fracaso revolucionario, le resbalen.
Basta ver el programa español Salvados, cuya primera parte difundió este domingo pasado la cadena ibérica Antena 3 (canal 762 de DirecTV, si es que no se desaparece por lluvia), sesión en la cual el periodista Jordi Évole no sólo hizo preguntas y mostró declaraciones de gente del pueblo, sino las “pacas” de billetes necesarias para comprar cualquier producto en este país, en caso de que se consigan.
Maduro fue coherente, todas sus respuestas y explicaciones fueron sobre esa conspiración internacional que está arruinando -siempre es posible un poco más- por pura maldad imperialista, y la firme defensa que Maduro y sus camaradas hacen del maltratado pueblo venezolano. Hasta un carnet de la Patria ofreció el Presidente al periodista español, aclarándole que se lo daba aunque no fuera venezolano.
Este domingo próximo, si no llueve, seguirá el mismo espectáculo del ataque contrarrevolucionario español por Antena 3, e incluso un amigo enterado me asegura que serán tres partes. Exceso, despilfarro de esa empresa y ese periodista españoles, porque ya en España y en Venezuela se conoce el desastre, e incluso allá por primera vez desde que tengo memoria nos toman en cuenta, no como a mexicanos y argentinos, sino porque Maduro y Venezuela se han convertido, para los españoles y buena parte de los europeos, en símbolos automáticos de tragedia y torpeza, y hasta los muchachos de Podemos lo primero que aclaran es que ellos quieren cambiarlo todo pero no son ni Maduro ni Venezuela. Se pregunta uno si el barbudo podemita que dentro de Miraflores asesora al madurismo -cobrando en muchos dólares, claro- está realmente asesorando o más bien anotando todo lo que no se debe hacer en el Gobierno.
Al menos este año nos evitaremos las hipócritas felicitaciones y los trabajos de hacer hallacas, porque muy pocos tienen dinero suficiente para comprar los costosos ingredientes, ni para el pan de jamón que, quien logre comprarlo, deberá llevarlo a su casa con escolta armada y guardarlo en caja fuerte. Porque en la Venezuela revolucionaria, socialista, bolivariana e imperialista, el malandraje nacional ya no roba dinero, roba comida.
Los que no faltarán serán los deseos de “feliz año”, resquicio de esperanza que siempre queda, confiando, por unas horas, que en el nuevo año las cosas mejoren. Por mi parte, fumando, bebiendo y comiendo menos porque hay lujos que ya no puedo darme, seguiré jugando solitario mientras la computadora, hecha en socialismo, aguante.