La urgencia por conseguir efectivo ha llevado a comerciantes a “rebajar” el precio de sus productos como estrategia para recibir pagos con dinero en mano. El margen del sobreprecio con que suelen marcar el costo de los artículos hace menos duro el “remate” que ahora hacen, reseñó Panorama.
Lo que sea por el efectivo. Es la premisa que toman como bandera los que hacen un “negocio redondo” vendiendo el dinero con altos porcentajes.
Un 20% y hasta el 40% cobran por hacer los famosos “avances” que están penados por la Ley. Lo que “pierden” en las ventas lo recuperan, y hasta lo duplican, con esta acción ilegal.
Productos que comerciantes venden a costos elevadísimos los “dejan” a unos muy por debajo de los que acostumbran a vender. Las cifras bajan aún más si de por medio están los billetes de alta denominación recientemente integrados al cono monetario, como los de 20 mil y 100 mil bolívares.
Jessica Perozo, habitante de la urbanización Soler, en San Francisco, explicó que en un local cercano a su residencia unos carteles en las vidrieras anuncian: “Harina y arroz a Bs. 16 mil en efectivo”. Al entrar al sitio, se encontró con que por punto de venta cobraban 26 mil bolívares por kilo de harina, y Bs. 25 mil por el de arroz.
Es común en la zona sur de San Francisco ver negocios que llamen la atención del cliente con precios que restan hasta 10 mil bolívares del costo, por el interés de recibir billetes.
En varias charcuterías del sector La Polar, venden el kilo de queso entre 53 y 58 mil bolívares, pero puede ser pagado en Bs. 48 mil con dinero en mano. Charcuteros dijeron que “compran el queso en efectivo” y por tanto lo venden así.
Erick Morales fue a Las Pulgas a comprar un paquete de 30 pañales para su bebé. En los locales los precios oscilaban entre 230 mil y 250 mil bolívares, “pero en los puestos de los pasillos los vendían a 120 mil, pero sólo aceptaban efectivo”, contó Morales.
En el mercado de Santa Rosalía, Luisa Quiñones, una vendedora en un pequeño abasto, negocia cada cierto tiempo con sus clientes para aceptar vender los alimentos unos “puntos menos” con tal de obtener, de manera segura, los anhelados papeles moneda.
Un cliente le propuso comprarle un kilo de sal, un kilo de frijoles, una salsa inglesa, una de soya, otra de ajo y un frasco grande de salsa tomate, dándole 8 mil bolívares menos del total, Quiñones respondió sin mucho afán un “sí”.
En los últimos meses los comerciantes han creado modalidades en las que si se cancela con punto de venta en vez de efectivo se le añade una comisión al monto, que justifican con el “alquiler” del punto de venta.
Pagar con transferencia electrónica es otra opción, a la que le cargan hasta un 25% más a la suma de los productos. Estas medidas “castigan” a los compradores, provocando su masivo rechazo”.