Apodado el “cocodrilo” por su carácter implacable, Emmerson Mnangagwa ha esperado su momento durante mucho tiempo. A sus 75 años, el otrora mano derecha de Robert Mugabe se prepara para suceder al hasta ahora incontestado mandatario de Zimbabue.
Salvo algún golpe de efecto inesperado, Mnangagwa será investido presidente del país africano este viernes, tras su regreso este miércoles al país.
El domingo, el partido Zanu-PF, que dirige el país desde su independencia en 1980, ya lo había elegido para sustituir a Mugabe, así como candidato para las elecciones presidenciales de 2018.
Dos semanas antes, sin embargo, su futuro parecía estar comprometido. Víctima de las ambiciones políticas de la primera dama, Grace Mugabe, fue destituido de la vicepresidencia del país, perdiendo así su estatus de delfín del jefe del Estado.
Su declive solo duró unos días. Obligado a exiliarse, Mnangagwa regresó a Zimbabue con el apoyo del ejército, que tomó el control del país para denunciar su destitución.
Al frente del Zanu-PF, está bien situado para dirigir la transición política después que Mugabe anunciase que deja las riendas del país que dirigía desde hace 37 años.
Toda una victoria para este fiel servidor del régimen, que desde hace años sueña con el poder.
Con la independencia de Zimbabue en 1980, Mugabe confió a Emmerson Mnangagwa importantes cargos y ministerios, como Defensa o Finanzas.
En 2004 Emmerson Mnangagwa fue víctima una primera vez de su ambición, por lo que perdió su cargo de secretario de la administración del Zanu-PF.
Recién en 2014 accedió a la vicepresidencia, cuando Joice Mujuru, que le ganó la batalla política diez años antes, fue víctima de una campaña de denigración dirigida por Grace Mugabe.
Mnangagwa accedió entonces al estatuto de potencial delfín del “camarada Bob”, de salud frágil.
Emmerson Mnangagwa nació el 15 de septiembre de 1942 en el distrito de Zvishavana, en el suroeste de Zimbabue, pero creció en Zambia.
Hijo de un militante anticolonialista se unió en 1966 a las filas de la guerrilla independentista contra el poder colonial. Fue detenido y evitó la pena capital, aunque purgó una pena de diez años de prisión.
– ‘Destruir y matar’ –
Desde esos años, Mnangagwa mantiene buenas relaciones con los militares.
El “cocodrilo” no derrama lágrimas y sólo se lo conoce por su dureza. Emmerson explica que sus años de guerrilla le enseñaron a “destruir y a matar”.
Cuando era jefe de la seguridad nacional, dirigió en 1983 la brutal represión de las fuerzas de seguridad en las provincias disidentes de Marabeleland (oeste) y Midlands (centro). La represión habría dejado unos 20.000 muertos, balance nunca confirmado.
En 2008 se encarga de la organización de las elecciones junto al presidente y dirige los fraudes y la violencia que permitieron a Mugabe conservar el poder a pesar de haber sido derrotado en la primera vuelta.
Su ahínco le valdría sanciones estadounidenses y europeas. Pero también se ganó el cargo estratégico de Comandante de las operaciones de todo el aparato de seguridad.
Emmerson Mnangagwa sería también uno de los hombres más ricos de un régimen criticado por su corrupción, con intereses en minas de oro.
Un cable diplomático estadounidense de 2008, revelado por WikiLeaks, aludía a “un patrimonio extraordinario”, en parte amasado cuando ayudó al presidente Laurent Kabila a combatir a los rebeldes en la República Democrática del Congo (RDC).
Pero su regreso al poder inquieta a los que no olvidaron su pasado.
“Nadie quiere una transición con un tirano no electo reemplazado por otro”, resumió el ministro de Relaciones Exteriores británico Boris Johnson.
AFP
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