Familiares de los 44 tripulantes del submarino desparecido hace ocho días en el Atlántico Sur reaccionaron con dolor e indignación al informe de la Armada Argentina este jueves sobre una explosión en el mar el día en que se perdió contacto con el sumergible.
“Vine por primera vez a la base (naval) y me acabo de enterar que soy viuda”, dijo Jessica Gopar ahogada en lágrimas.
Fernando Santilli, electricista del San Juan, “fue mi gran amor, estuvimos siete años de novio, seis de casados y tenemos un hijo, Stefano, que nos costó mucho que Dios nos mandara”, relató a las puertas de la base naval de Mar del Plata, 400 km al sur de Buenos Aires, adonde los familiares recibieron la noticia.
Tienen un niño de un año juntos que aprendió a decir ‘papá’ durante su ausencia, según relató en una sentida carta en Facebook.
– “Se murieron todos” –
“Se murieron todos, es lo primero que pensé”, dijo sobre el momento que supo de la explosión. Tenía en sus manos un cartel escrito a mano con la fotografía de su hijo que había traído para dejarlo en la entrada del predio naval, poblado de mensajes para los tripulantes.
La mujer relató que ante la terrible noticia en la base “me dieron un vaso de agua y una pastilla para la presión, esa fue toda la contención”.
“No me va a servir una placa que diga ‘los héroes del San juan'”, dijo antes de volver a ahogarse en llanto.
“Yo me siento engañada, ¡cómo van a saberlo recién ahora! son unos perversos y nos manipularon”, dijo enfurecida Itatí Leguizamón, abogada y esposa de German Suarez, sonarista del San Juan, al salir de la base naval en Mar del Plata, 400 km al sur de Buenos Aires.
“No nos dijeron que están muertos, pero dicen que el submarino está a 3.000 metros (de profundidad) ¿qué se puede entender?” dijo en medio de una crisis nerviosa.
Casi un centenar de familiares aguardaban esperanzados en el interior de la base naval de Mar del Plata cuyo perímetro en los últimos días se pobló de mensajes de aliento para los submarinistas, imágenes religiosas y banderas argentinas.
La información oficial confirmó el registro de un sonido violento y repentino compatible con una explosión en medio del Atlántico, horas después del último contacto del “ARA San Juan” con la base el 15 de noviembre.
Separados del enjambre de periodistas y curiosos por una alambrada, en el estacionamiento de la base naval algunos familiares se abrazaban, otros lloraban desconsoladamente sentados en el piso. Algunos uniformados también rompían en llanto.
“Les pidieron que salgan a la mayoría y que se quedaran los familiares directos”, relató Itatí sobre cómo la Marina había transmitido la noticia a los familiares en la base, minutos antes de divulgarlo en conferencia de prensa en la capital argentina.
– Familiares desconsolados –
Separados del enjambre de periodistas y curiosos por una alambrada, en el estacionamiento de la base naval algunos familiares se abrazaban, otros lloraban desconsoladamente sentados en el piso. Algunos uniformados también rompían en llanto.
Una mujer, familiar de un tripulante se acercó abatida hasta los micrófonos de los periodistas. Rompió en llanto y se fue no pudo pronunciar una palabra.
“Lo van a seguir buscando porque tienen la obligación de hacerlo. Pero al escuchar la noticia de que todos explotaron ahí adentro, se les abalanzaron encima y no dejaron seguir leyendo el parte, la gente se puso muy agresiva”, relató Itatí sobre lo vivido en el interior de la base.
Leguizamón, oriunda de Formosa (norte del país) llevada dos años de casada con Germán Suárez, nacido en Santa Fe y vivían en Mar del Plata.
“Se hizo una búsqueda para quedar bien, porque mandaron una mierda a navegar, en 2014 ya había tenido problemas porque no pudo emerger y eso no trascendió. Ahora no me importa que se sepa todo si total él ya no está”, dijo la mujer.
“Él estaba preparado para la muerte. Siempre se confesaba y estaba en paz. Él estaba listo”, dijo Itatí.
AFP