Actualmente son varios los factores que han llevado a una agresiva depreciación de la moneda venezolana frente al dólar en el mercado paralelo de divisas. En primer lugar, la creación exponencial de dinero por parte del BCV para financiar el déficit del gobierno, ha puesto en circulación una masa de bolívares que sale a la calle como un río crecido para arrasar con los pocos bienes existentes y también para comprar dólares a cualquier cotización que refleje la moneda de los Estados Unidos, que funge como un refugio para quienes optan por proteger sus ahorros ante la hiperinflación.
De esta manera, ha sido el BCV quien ha provisto la liquidez necesaria para que se compren los dólares creándose de esta manera una espiral de depreciaciones del bolívar que luego se transfieren a los costos de producción y de allí a los precios finales de venta. En segundo lugar, debido al pago de la deuda externa, las reservas en divisas del BCV están en el foso con lo cual se han suspendido las asignaciones de dólares mediante las subastas que realizaba el ente emisor.
Así, al no haber dólares preferenciales mediante ningún mecanismo, la economía ha quedado en manos de un mercado paralelo del dólar que funciona caóticamente. Por tanto, la demanda de divisas para dotar a la economía de bienes se satisface en buena parte a una tasa de cambio absurda, que refuerza la depreciación del bolívar y la hiperinflación. Al percibir los consumidores que los precios van a aumentar, éstos se tratan de adelantarse a ese aumento y de esta manera se exacerba la inflación.
Desatada el alza incontrolable de los precios, sus primeras víctimas son los más pobres quienes al tener un ingreso fijo sus remuneraciones se rezagan respecto a la inflación. Por tanto, asistimos hoy a una caída sin precedentes de los salarios reales de los trabajadores venezolanos sean estos activos o jubilados, cuyo poder adquisitivo al mermar sostenidamente están condenados a la pobreza.
Otra víctima de la hiperinflación son aquellos quienes mantienes sus ahorros en los bancos y reciben intereses que no guardan relación con la inflación, por cuanto el BCV decidió mantener congeladas las tasas de interés para poder financiar al gobierno con dinero barato.
Lo que está sucediendo con los ahorristas en Venezuela es una brutal confiscación del patrimonio de quienes confiaron en el bolívar como moneda y hoy han visto el esfuerzo de su trabajo evaporado por la hiperinflación. La respuesta del gobierno ha sido la persecución a los comerciantes y obligarlos a bajar los precios compulsivamente creando más escasez y haciendo que se destruya la cadena de comercialización.