El bono navideño de Nicolás Maduro y el control de toda una sociedad, por @MichVielleville

El bono navideño de Nicolás Maduro y el control de toda una sociedad, por @MichVielleville

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Los regímenes autoritarios se distinguen por ejercer un tipo de control político que tiene la pretensión de invadir todos los órdenes de la sociedad, en los cuales los individuos cotidianamente se desenvuelven; incluyendo los espacios más íntimos, de su núcleo familiar, desde donde definen los rasgos de su personalidad y construyen su dimensión subjetiva.  

 





Justamente, la naturaleza de esta clase de regímenes consiste no sólo en limitar el pluralismo político, y lesionar los fundamentos del Estado de Derecho; también supone una forma de gobierno donde los gobernantes no son responsables ante sus gobernados; todo lo más son responsables ante los sectores políticos que los sostienen. Asimismo, llevan a cabo métodos particulares para ejercer la cooptación: ante la ausencia de una ideología coherente, buscan implantar mentalidades específicas en las masas, o aplicar medidas económicas de corte populista, para hacer más propensa la sociedad a la manipulación y el control, y con ello lograr asegurar la obediencia; o al menos, la aquiescencia política.  

 

Precisamente, como un ejemplo de esta forma de control ejercida por un régimen político de esta naturaleza, se puede citar la reciente medida improvisada por el presidente Nicolás Maduro, con la entrega de unos supuestos “bonos navideños”.  Sin lugar a dudas, el efecto político de este mecanismo tiene un significado alarmante. No sólo representa una medida clientelista desesperada. También revela la escalofriante estrategia del Gobierno, que está logrando aprovechar un entorno de crisis económica aguda, para revertir los guarismos a su favor.

 

Después del 15 de octubre el estudio y los mecanismos para abordar el comportamiento electoral ha evolucionado considerablemente. Venezuela se ha convertido en un laboratorio para los científicos sociales de todo el mundo, justamente al romper con los patrones más comunes que establecen correlaciones estadísticas entre la dinámica económica y las preferencias ciudadanas.

 

El individuo en la sociedad venezolana está configurando sus preferencias electorales sobre la base de la manipulación del Gobierno, que está utilizando la escasez y el elevado costo de la vida, para impulsar medidas maquinales, con el firme propósito de incrementar el nivel de dependencia económica. En este sentido, hablamos de una situación de naturaleza económica, donde el ciudadano promedio no cuenta con la suficiente capacidad financiera para asegurar un mínimo de subsistencia, como resultado de la mala administración y la ausencia de desarrollo político, que tiene su correlato en la esfera política.

 

Entonces, las condiciones económicas de profunda dependencia generan un entorno político donde los ciudadanos son objeto de la dominación. La concesión del supuesto bono sirve como excusa, para que la clase política en ejercicio pueda invadir la esfera más privada del individuo. En este orden, el clima de incertidumbre hace que el ciudadano promedio conceda un papel cada vez más trascendental a la alimentación, en tanto resulta un requisito indispensable para asegurar su vida y la de los suyos.

 

Definitivamente, el venezolano se está acostumbrando a vivir en un espacio político sin libertad y bajo condiciones que marcan una brecha cada vez mayor de desigualdad. Vivir en una auténtica democracia implica no sólo contar con derechos políticos, universalmente reconocidos, como la libertad de expresión, elecciones libres, y la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley; también implica poder vivir bajo condiciones de vida donde se pueda gozar de estabilidad económica y se logre desarrollar la individualidad, sin el riesgo de ser tutelado y/o controlado por grupos con aviesas intenciones.

 

El Gobierno de Nicolás Maduro se burla de los venezolanos. Se vale de una crisis autogenerada para implantar una forma de hacer política contraria al modelo democrático. Por tanto, tenemos el deber de promover una cultura política ciudadana, que pueda desmontar la estrategia del adversario, principalmente porque desde nuestros orígenes históricos hemos creído en una forma de vida y de gobierno republicana, libre de cualquier dominación. Definitivamente, nuestro pueblo no puede seguir acostumbrándose a recibir las migajas. ¡Todos los venezolanos tenemos el derecho a vivir en libertad!