En los hogares venezolanos hay tristeza. Nada anima al honesto trabajador que con su esfuerzo cotidiano trata de llevar el pan diario a su amada familia, ante la realidad que le resulta, al enfrentar con artificiales salarios, convertirse cada instante en un ser más pobre a medida que el gobierno anuncia aumentos de sueldos; como tampoco le levantan el ánimo los anuncios de la llamada “Comisión de la Verdad” de la ilegítima Constituyente” supuestamente para ofrecer respuestas claras sobre la muerte de las personas de su íntimo entorno caídos por las balas asesinas de régimen; ni le alegra ver partir muy lejos a sus queridos hijos que, formando parte de la odiosa diáspora que sufre el país, huyen en busca afuera de lo que en su país luce, por ahora, imposible. En contraste, solo hay alegría real entre quienes siguen disfrutando a plenitud tener acceso a divisas a precios preferenciales que les permiten armar sus bonches para, por ejemplo, celebrarle el cumpleaños, con artistas importados y pagados en dólares, a Nicolás Maduro. Allí, en su particular entono, si se pueden observar rostros realmente felices.
Diríamos que de ese lado del oficialismo existe una alegría “justificada”; pero lo más preocupante aun, es la “alegría” que algunas veces nos cuesta creer que sea fingida, de parte de ese otro grupo de venezolanos que son permanentemente mostrados en los frecuentes tinglados que monta el régimen con sus shows, para venderle al país una falsa imagen de los ánimos del pueblo.
Realmente se trata de una situación que bien pudiera ser objeto de un estudio profundo de la sociología política. Sin embargo, para quienes desde nuestra humilde posición de observadores, en los distintos niveles del quehacer social y político de nuestros ámbitos de acción, nos resulta muy claro entender que existen motivaciones engañosas de parte del régimen para atraer a sus aparentemente alegres seguidores hacia sus escenarios.
¿Y acaso podría resultar difícil entender que a través de la oferta de una vivienda, de paso “bien equipada” se esconde una intención perfectamente calculada de mantener a una gran porción de venezolanos comprometidos con el régimen, pese al desastre al que ha conducido a la nación?
Tampoco sería difícil entender como dibujar felicidad en los rostros de las personas que van como sardinas tras la carnada que les representa obtener beneficios como las humillantes y fraudulentas bolsas Clap, y de instrumentos de control y presión como, entre otras, el llamado Carnet de la Patria, sobre esa inmensa porción de incautos atrapados en esa ignominiosa red tejida por un tramposo gobierno que pretende perpetuarse en el poder a costa de la ruina del país y con ello la de cada uno de los venezolanos, cada minuto más empobrecidos, por causa de la aplicación de erradas y embrutecidas políticas económicas.
Sin duda alguna, existe una desconexión fatal entre la realidad que vive la gran mayoría de la población, incluyendo a ese sector pro oficialista engañado, y esa élite para la que no existen limitaciones que le impiden disponer de los recursos para solventar con creces la tragedia de la inflación y el mal vivir al que se encuentra sometido todo el pueblo.
Por eso, nuestro llamado a la sensatez para entender lo que está ocurriendo en nuestro sufrido país; porque, de verdad, es hora de que “prendan la luz que es diciembre” y comprendan que con cancioncitas y palabras huecas no podrán seguir engañándonos a todos.
@JJMorenoA