La caída productiva, los apuros financieros y la corrupción en la empresa estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) han vuelto al primer plano con las detenciones de altos cargos de la compañía vinculados a quien fuera su todopoderoso presidente durante una década, “el zar del petróleo” Rafael Ramírez.
EFE
El 30 de noviembre, después de que el jefe de Estado, Nicolás Maduro, anunciara “una limpieza general” para acabar con las “mafias” y las “sanguijuelas” a las que culpaba de todos los males que aquejan a PDVSA, los expresidentes de la petrolera Eulogio del Pino y Nelson Martínez eran detenidos con fanfarria por hechos de corrupción.
Los arrestos de estos ejecutivos -ejecutados de madrugada por agentes enmascarados con armas largas y grabados por cámaras de la televisión pública- llegan tras las detenciones de seis directivos de Citgo, con sede en EE.UU. y que es la principal filial de PDVSA, y elevaban a más de 60 los detenidos en la petrolera desde agosto.
La consumación, con el arresto de los expresidentes, de esta “limpieza en PDVSA” es vista por muchos como una purga que podría culminar con la destitución y una orden de arresto contra Ramírez, que ahora es representante de Venezuela ante la ONU, y se produce con el nuevo jefe de la petrolera al mando, el general Manuel Quevedo.
Exministro de vivienda y responsable en la capital de la contención de las protestas de 2014 contra el Gobierno, Quevedo no tiene ninguna experiencia en el sector energético y es el primer militar en dirigir la principal empresa del país, que genera con sus exportaciones el 95 % de los dólares que ingresa el Estado.
La designación de Quevedo traía un mensaje de contundencia contra la corrupción, pero su falta de conocimiento de la industria hace temer un mayor deterioro en la ya maltrecha PDVSA.
En octubre de este año, y según datos de la OPEP, la petrolera bajó por primera vez en 28 años del umbral de los 2 millones de barriles de producción diarios en una empresa que se endeudó masivamente para aumentarla a 6 millones de barriles diarios.
Del pago de esta deuda -contraída casi en su totalidad bajo el mando de Rafael Ramírez y con su protector Hugo Chávez en el Gobierno- proviene otro de los graves problemas de PDVSA.
Debido a los retrasos en los pagos, la petrolera ha sido declarada en “default” por varias entidades financieras internacionales, lo que podría desatar un proceso judicial en su contra que la condenaría a la pérdida de Citgo en favor de sus acreedores y al embargo de sus bienes en el extranjero.
Pese a que, desde que tomara posesión la mayoría opositora, la Cámara ha denunciado repetidamente la gestión de Ramírez, para el antichavismo su aparente caída en desgracia no está motivada por el despilfarro en PDVSA, sino por las críticas que éste ha venido vertiendo contra la rigidez de las políticas económicas de Maduro.
Prueba de ello sería la inacción del Gobierno ante las denuncias de corrupción en PDVSA formuladas por una investigación parlamentaria el año pasado, que además fue anulada por el Tribunal Supremo.
Durante su mandato, Ramírez declaró PDVSA “roja rojita”, el color de la revolución, brindó el “cien por ciento” del apoyo de la empresa a Chávez y la rescató, en palabras de Maduro, “de las garras de la meritocracia” que según el discurso oficial del chavismo cerraba las puertas de la primera empresa del país al pueblo.
Desde que asumiera el cargo en 2004 -tras el paro petrolero con que directivos y profesionales trataron de impedir la politización de la compañía que abiertamente promulgaba Chávez-, PDVSA triplicó el número de unos empleados a quienes ahora se exigía lealtad ideológica, al tiempo que endeudaba la empresa y la producción se estancaba.
Mientras algunos de sus antiguos aliados esperan novedades entre rejas y se suceden los ataques en su contra de figuras cercanas a un Maduro que le ha lanzado varias amenazas veladas, Ramírez reivindica con fotografías y vídeos de discursos de Chávez la confianza que el “comandante supremo” depositó en él hasta el final de sus días.
Pero el cerco contra “el zar” no deja de estrecharse.
Entre rumores sobre su destitución como representante de Venezuela en la ONU las autoridades chavistas detuvieron el viernes por blanqueo de dinero a un familiar de Ramírez, para quien volver a su país no parece una opción.