Ir a votar o no ir era la cuestión, sufragar, acto democrático respetuoso de la voluntad individual devaluado y contaminado una vez más con procederes en los que se impone la compra de conciencias.
El ausentismo palpable y notorio, pero ya los mensajes de textos agradecían a los beneficiados con la tickera la participación electoral, así como la escogencia del candidato que ganaba antes del conteo y que al final no tenía respaldo fehaciente pues el voto electrónico le daba la victoria de antemano ya que a la vista de todos la abstención ganaba terreno.
Entre amenazas que no corresponden a un estadista sino al mandamás de un país bananero, con un lenguaje soez y chabacano arrojaba improperios contra los que asumen posiciones distintas al régimen, quienes en su derecho actuaron según el conocimiento y la experiencia de comicios manipulados que dejan en entre dicho una vez más al organismo rector garante de pulcritud, honestidad y respeto por la voluntad popular mancillando la jornada.
Que esperar ahora? Seguimos en el entierro de la Democracia cuyos oficiantes con uniforme o no la defenestraron con procederes indignos. Los capitoste del régimen celebran complacidos y el pueblo hambriento y esclavo se conforma con migajas y lo que les dá la tickera que es parte de la componenda con quienes se benefician y abultan sus ganancias, negociadores de oficios, que se arraigan siempre apegadas al lucro y con el derecho a maltratar a la indigencia que hace las colas frente a sus negocios.
¡Amanecerá y veremos!