Ah si pudiera elegir mi paisaje !
elegiría, robaría esta calle,
esta calle recién atardecida
en la que encarnizadamente revivo
y de la que sé con estricta nostalgia
el número y el nombre de sus setenta árboles.
Mario Benedetti
Pocas personas pueden escaparse del desconsuelo que produce al ser verdaderamente humano estar lejos de sus raíces en contra de su voluntad o por circunstancias hostiles. En esta fechas de fiestas navideñas y a escasos días de cerrar el 2017, el balance en mi país no es nada positivo ni alentador y el 2018 llega cargado de dificultades. No tengo duda que el 2017 ha sido el año más duro de la historia reciente de Venezuela no solo en lo político y lo económico sino también en lo social y lo moral. La perversión del régimen ha llegado a niveles inimaginables hasta por los más pesimistas pronosticadores del mundo.
Empezamos el año 2017 con una absoluta negativa a contarse en elecciones, pasamos 4 meses de intensas protestas, represión que culminó con más de un centenar de muertos y otros tantos heridos, exiliados y presos políticos. Sin embargo, lo más trágico del 2017 fue sin duda la instalación de la írrita Asamblea Nacional Constituyente que lejos de buscar la revisión de la Constitución de 1999 de la cual soy firmante y que considero que es una de las más progresivas e incluyentes del mundo, su objetivo es ser el soporte al autoritarismo electoral instaurado definitivamente con el Régimen de Nicolás Maduro.
El domingo pasado, en las también trampeadas elecciones municipales, se vió el mismo escenario opaco de las elecciones regionales, en las que la única ganadora fue la abstención, dejando un claro mensaje a los líderes políticos de hacer una revisión introspectiva sobre su actuar y sus estrategias futuras. El narcogobierno, evidentemente, celebra y se enorgullece del pírrico y manipulado triunfo pues su único objetivo es permanecer en el poder y lograr que quienes disienten (que son la mayoría) se mantengan callados ante sus abusos. Sin embargo, esa estruendosa abstención que llegó a 84%, según información filtrada por funcionarios del Consejo Nacional Electoral, retumba en los cuarteles y, especialmente, en la comunidad internacional. Ya lo anunció el narcotraficante internacional Diosdado Cabello Rondón en la rueda de prensa previa a los anuncios del CNE en la noche del domingo y burlándose de los protagonistas del diálogo que no van a sustituir a los reactores de dicho CNE para las elecciones presidenciales de 2018.
Y es que, a pesar de que el órgano electoral aseguró que hubo una participación de más de 9 millones de venezolanos, la verdad que nadie vio ninguna cola o fila en ningún centro electoral y la única máquina que se movió fue la de validar el perverso Carnet de la Patria que sirve para someter al pueblo a cambio de unos tickets de alimentación o de unos bonos en dinero virtual que escasamente alcanzan para comprar un cartón de huevos.
Ese panorama devastador para mi amada patria, secuestrada por unos narcobandoleros, no me desanima. Por el contrario, creo que el 2017 ha dejado un mensaje claro contundente al planeta: en Venezuela hay una narcodictadura en la que el aparato del estado está al servicio de quienes pretenden perpetuarse en el poder; y eso, aunque doloroso, es un buen punto de partida para revisar las estrategias y buscar una verdadera salida a la difícil situación que atraviesa el país. La comunidad Internacional ha avanzado en esa dirección, incluso el Departamento del Tesoro de los EEUU incluyó a Nicolás Maduro en la lista de narcotraficantes y eso nos debe darnos fuerza para profundizar la lucha interna para terminar de desmontar la mafia que gobierna en Miraflores y lograr que los presos políticos, los exiliados y los reprimidos retomen sus libertades y se haga honor a la sangre que derramaron cientos de jóvenes en las calles de Venezuela. Es necesario que retornemos con nuevos bríos y fuerzas renovadas, de nada le serviremos a la patria sin ánimos ni empuje.
Ya son 5 años que cumplo en el exilio. Cinco años en los que dejé mi hogar, después de resistir durante 10 meses y 12 días, el hostigamiento ordenado por Hugo Chávez Frías y ejecutado por sus bandoleros, especialmente el sanguinario y capo internacional, Diosdado Cabello Rondón, se extendió a mis familiares, colaboradores y funcionarios no solo con los allanamientos y el amedrentamiento, sino que también atentaron contra mi vida para hacerme renunciar como Gobernador del estado Monagas, pero no lo lograron, cumplí con el mandato que me otorgó el pueblo de Monagas y entregué un estado próspero con una infraestructura sanitaria, vial, educativa y productiva que lamentablemente dejaron perder.
Cinco años en los que la impotencia, la pérdida de mis libertades, la lejanía con mis familiares y amigos, la soledad y la tristeza han templado aún más mi carácter y me dan la fuerza de seguir, desde el destierro, luchando por mi patria. Siento un hondo dolor en el pecho por no poder estar en mi tierra amada, excluido, perseguido, amenazado, calumniado, traicionado e indefenso. Siento nostalgia por los recuerdos y sueños robados y aunque agradezco, profundamente al pueblo de Costa Rica por la acogida que me han brindado no puedo dejar de añorar mi patria. Esa tierra alegre, fraterna y llena de ilusiones que los Carteles de la Droga se empeñan en desaparecer. Este exilio colectivo nos ha hecho comprender nuestra formación genético-cultural es de triunfadores , tenemos en medio de este holocausto a miles de venezolanos dando lo mejor de nosotros en todas la latitudes, cosechando éxitos, recibiendo premios, gritandole a todos que estamos hechos de coraje, de una casta que a pesar de las circunstancias adversas mostramos lo mejor de nosotros. Dondequiera que hay un reto hay un venezolano buscando ganarlo o al menos dejar en alto nuestro gentilicio.
Deseo que en esta Navidad, Dios ilumine los hogares venezolanos y traiga de retorno la paz y la democracia que nos robaron. Desde aquí, con todo mi amor, celebraré la llegada del nuevo año, honraré mis tradiciones con parrandas y aguinaldos y con especial sentimiento, acompañaré en mi corazón y mi alma a todos mis paisanos de mi amada Caicara en su ancestral Fiesta del Mono. Brindo por el regreso de la Venezuela cálida y fraterna que anhela una Patria Nueva.
Mi mayor agrad@ecimiento a mis leales lectores, de quienes me despido hasta el próximo 14 de enero del 2018, cuando seguiré dando la pelea y logrando fuerzas para luchar y aportar desde este necesario y resignado exilio con lo único que me queda MI PLUMA y MI PALABRA.
¡Dios Bendiga a Venezuela!
José Gregorio Briceño Torrealba
“El Gato” Briceño.
twitter @josegbricenot