Un millonario venezolano declarado persona non grata por la ciudad de Miami por sus presuntos vínculos con el chavismo ha estado tratando de conseguir acceso a las altas esferas del poder en Washington para negociar con la administración Trump una estrategia de salida para el asediado régimen de Nicolás Maduro, según varias fuentes de Washington. Así lo reseña elnuevoherald.com
Por ANTONIO MARIA DELGADO, KYRA GURNEY Y FRANCO ORDOÑEZ
Raúl Gorrín —criticado por la polémica compra en 2013 del entonces canal de noticias de inclinación opositora Globovisión— le ha pagado a la firma de cabildeo en Florida que utilizo el presidente Donald Trump, Ballard Partners, unos $450,000 desde junio a través de la filial estadounidense de la cadena de televisión venezolana, aparentemente para que ayude a la compañía a expandirse a los mercados de Estados Unidos.
Pero las verdaderas ambiciones de Gorrín parecen extenderse mucho más allá del negocio de televisión.
Según tres fuentes familiarizadas con sus esfuerzos de cabildeo en Washington —quienes pidieron no ser identificados porque no estaban autorizados para hablar sobre el asunto— el magnate de los medios está tratando de establecerse como intermediario entre Caracas y la administración de Trump, vendiendo la idea de que el presidente Nicolás Maduro y otros líderes gubernamentales clave podrían estar dispuestos a negociar una transición política en Venezuela a cambio de conseguir amnistía.
Y en lo que pudo haber ayudado a disipar parte del estigma derivado de sus presuntos vínculos con el régimen venezolano, Gorrín demostró que también tiene vínculos con importantes figuras de la oposición, entre ellas Lilian Tintori, la esposa del líder encarcelado Leopoldo López, y el presidente de la Asamblea Nacional venezolana, Julio Borges.
“[Gorrín] ha insistido en que la solución al problema de Venezuela es una solución negociada”, dijo una fuente de Washington que está familiarizada con algunas de las conversaciones relacionadas con los esfuerzos del empresario. “Él dijo que Maduro estaría dispuesto a renunciar al poder, pero que solo estaría dispuesto a hacerlo de una manera que garantice que no perderá su prestigio”.
Bajo la propuesta que Gorrín compartió en al menos una reunión en Estados Unidos, Maduro celebraría elecciones presidenciales y admitiría la derrota ante la oposición, siempre que se obtuvieran suficientes garantías de que una vez fuera del poder, él y otros líderes clave del gobierno no sufrirían repercusiones legales, dijeron las fuentes.
“No queremos otro Nuremberg”, dijo Gorrín, citado por una de las fuentes, en una de las reuniones.
Según la misma fuente, la declaración fue interpretada como una señal de que el costo de conseguir una transición sin derramamiento de sangre en Venezuela depende de que a algunos líderes clave se les permita jubilarse en paz.
“Quieren quedarse con el dinero”, dijo la fuente.
El Nuevo Herald no pudo establecer si Gorrín tiene la autoridad para hablar en nombre de Maduro, pero las fuentes dijeron que el empresario se comportó como si la tuviera.