“Quien mucho traga al final se ahoga”, dice un antiguo refrán que probablemente habrás escuchado en alguna ocasión. Freud también nos alertaba de los peligros de silenciar los sentimientos diciendo: “Las emociones reprimidas nunca mueren. Están enterradas vivas y saldrán a la luz de la peor manera”, reseña Rincón psicología.
Durante demasiado tiempo se consideró que era de mal gusto ventilar las emociones. De hecho, de niños nos enseñaron que no debíamos llorar ni enfadarnos. Como resultado, muchos adultos jamás han aprendido a gestionar asertivamente sus estados emocionales, simplemente los reprimen.
Neurocientíficos de la Universidad de Wisconsin han apreciado que el cerebro de quienes han desarrollado una “personalidad represora” funciona de manera relativamente diferente. En práctica, los mensajes inquietantes o perturbadores tardan mucho más en pasar de un hemisferio al otro. Sin embargo, no ocurre lo mismo con los mensajes neutros o positivos, lo cual indica que se trata de una reacción aprendida a lo largo del tiempo.
No obstante, el desahogo emocional es clave para nuestro bienestar psicológico y físico. Hablar sobre cómo nos sentimos o cómo los demás nos hacen sentir, sin miedos, nos permitirá desarrollar relaciones interpersonales más maduras y auténticas, a la vez que nos ayudará a establecer límites saludables.
Decir lo que piensas no tiene por qué dañar a los demás
Defender tus derechos no implica dañar a los demás. No tienes que convertirte en un kamikaze de la verdad, pero aguantar estoicamente las críticas malsanas y los embates de las personas tóxicas solo te hará daño. Lo ideal es que aprendas a decir lo que piensas y sientes en el respeto al otro, pero asumiendo una postura firme.
Busca una manera asertiva de desahogarte
No siempre puedes decirle directamente a los demás lo que sientes. Sin embargo, eso no significa que debas silenciar esas emociones. Puedes darle salida a través de técnicas como la silla vacía, en la cual imaginas que la persona con la que quieres hablar se encuentra justo delante de ti.
Sin embargo, debes tener cuidado porque psicólogos de la Universidad Estatal de Iowa han comprobado que algunas maneras de ventilar las emociones pueden tener el efecto opuesto, haciendo que te sientas peor. La clave radica en encontrar la manera de practicar el desahogo emocional de manera que te permita recuperar el equilibrio perdido, escapando del control que ejercían esas emociones desde tu inconsciente.