La crisis catalana volvió a la casilla de salida exponiéndose a un estancamiento amenazante para la economía de la región española, que este sábado tendrá la distracción del clásico futbolístico Real Madrid-Barça.
Cuando los dos equipos se enfrentaron por última vez, el 16 de agosto (2-0 para el Madrid y conquista de la Supercopa), Carles Puigdemont lideraba el gobierno catalán y el movimiento independentista, y el conservador Mariano Rajoy el gobierno central.
Este sábado, en que los barcelonistas independentistas y unionistas disfrutarán de un raro momento de unidad, Puigdemont y Rajoy seguían ahí, al cabo de la peor crisis política desde la restauración democrática.
En esos meses se produjo la derogación de la Constitución por el parlamento catalán, el 6 y 7 de setiembre, el referéndum de independencia del 1 de octubre, duramente reprimido por la policía, huelgas generales, manifestaciones, la proclamación fallida de secesión del 27 de octubre, la destitución de un ejecutivo catalán encausado por rebelión y sedición, y dispersado entre Bélgica, la cárcel y la la libertad condicional.
Rajoy avisó el viernes, al día siguiente de los comicios, que el próximo gobierno catalán, sea cual sea, tendrá que cumplir la ley.
“Espero que haya un gobierno que abandone las decisiones unilaterales y que no se sitúe por encima de la ley”, dijo Rajoy.
El primer ministro fue el gran derrotado de unos comicios que él mismo convocó y en los que su Partido Popular (PP) pasó de 11 a 3 escaños.
Con esas declaraciones, Rajoy dio a entender que no le temblará el pulso para recurrir de nuevo al artículo 155 de la Constitución de 1978, usado por primera en la crisis catalana, que le permitió destituir al gobierno de Puigdemont y llamar a elecciones.
En el otro costado, el presidente cesado Carles Puigdemont, cuyo partido, Juntos por Cataluña, fue contra todo pronóstico la lista independentista más votada, insistió en reclamar un referéndum de independencia: “queremos votar para decidir nuestro futuro”, afirmó desde Bruselas.
Puigdemont afronta ahora formar gobierno con sus socios independentistas de ERC (Izquierda Republicana) en circunstancias extrañas y sabiendo que le espera probablemente la cárcel si vuelve a España.
– “Una sociedad más polarizada” –
“Estamos ahora en una sociedad mas polarizada, mas enfrentada, con la posibilidad de una solucion consensuada es ahora menor de lo que era hace un año”, dijo a la AFP el analista político Oriol Bartomeus, profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona.
“Seguramente seguiremos con un gobierno que no funciona” y “que afectara seguramente a la situacion económica. Ya veremos qué pasa con las empresas que se han marchado, ya veremos qué pasa con las empresas que todavía están aquí”, añadió.
Más de 3.100 empresas, entre ellas los principales bancos, trasladaron su sede fuera de Cataluña desde el principio de octubre, temerosas de la incertidumbre política.
“Esperamos que las perspectivas económicas de la región sigan deteriorándose, con repercusiones para la economía nacional a no ser que lo compense el crecimiento de otras regiones”, dijo la agencia Moody’s en un comunicado el viernes.
“Nadie invertirá en Cataluña hasta que se aclare la situación”, añadió el economista José Carlos Díez.
– La victoria de Ciudadanos, la única gran novedad –
Si acaso, la única gran novedad que aportaron los comicios fue la primera victoria de un partido antinacionalista catalán en unos comicios.
Se trata de Ciudadanos, que ganó en votos y escaños pero no podrá gobernar, salvo enorme sorpresa, porque las listas independentistas suman más.
Inés Arrimadas, líder de Ciudadanos en Cataluña, estimó que “si el proceso independentista no tenía sentido ayer, hoy tiene menos sentido”.
Ciudadanos estará al acecho por si los independentistas no consiguieran sumar, y Rajoy respondió a una oferta de Puigdemont para reunirse en algún lugar de Europa en estos términos: “con quien tendría que sentarme (a hablar) es con quien ha ganado las elecciones, con la señora Arrimadas”. AFP