Escarbando entre unos desechos de cebollas podridas, cuyo hedor impregna los alrededores, el hombre busca afanosamente algo que pueda servir para alimentarse esta Navidad. Así lo reseña elimpulso.com
De cuclillas, en medio de los restos de alimentos, Cristóbal Cabrera logra sacar dos pequeñas cebollas a las que les quita con las manos las partes descompuestas y las introduce en una de las tres bolsas plásticas que lleva y que ya tienen algunos tomates, hojas de lechuga, yucas, y guayabas. Todo lo recolectó entre los basureros del Mercado Mayor de Coche, en el oeste de la capital.
“Esta Navidad la pasaré sin nada”, confiesa afligido Cabrera, un vigilante privado de 49 años. Dice que los pocos desechos que logró recolectar en el mercado será lo único que podrá comer en estos días de fiesta.
Para muchos venezolanos serán las peores navidades en décadas ante la profunda crisis económica y social que enfrenta el país por una severa recesión, una escasez de alimentos y medicinas, y una desbocada inflación, que podría superar 2.500% en el 2018 según proyecciones del Fondo Monetario Internacional..
Plazas a oscuras y escuálidos adornos en algunos postes de luz de las calles y avenidas de la capital, muestran un desolador panorama de un país petrolero que hasta hace unos años solía celebrar entre una gran opulencia la Navidad y el Año Nuevo.
Pero no todos lo ven así.
“Tendremos una Navidad feliz”, afirmó recientemente el presidente Nicolás Maduro, al desestimar la situación que enfrenta el país.
El mandatario venezolano aprobó el mes pasado la entrega de un “bono navideño” de 500.000 bolívares (unos cuatro dólares al tipo de cambio del mercado negro) para los más necesitados. En el último reporte que hizo, en 2015, el gobierno señaló que la pobreza afectaba a un 33% de la población, aunque un estudio del año pasado de las principales universidades del país estimó que 82% de los venezolanos estaban en esa condición.
Las autoridades aseguran que la crisis que enfrenta Venezuela es consecuencia de una “guerra económica” promovida por opositores, pero algunos analistas sostienen que la situación es producto del agotamiento de los sistemas de controles de precios y del tipo de cambio, además de políticas económicas equivocadas. El gobierno del presidente estadosunidense Donald Trump aprobó en agosto unas severas sanciones económicas para Venezuela que analistas estiman agravarán la crisis.
“Hace un año en estas fechas yo había comido bastante hallaca y pan de jamón, pero ahora no tengo nada”, dice Cabrera.
Asegura que cuando trabajaba como carpintero y pintor en una empresa privada le alcanzaba para mantenerse, pero la compañía donde laboraba quebró este año. Ahora es vigilante y dice que gana el equivalente a unos cuatro dólares al mes.
De acuerdo a estimaciones de la Asamblea Nacional _que controla la oposición_ hasta noviembre la inflación acumulada en Venezuela era de 1.370%, superando ampliamente el registro del 2016 cuando se cerró con una tasa de 550%. El Banco Central de Venezuela no difunde datos sobre la inflación desde 2016.
“En toda mi vida nunca había vivido una navidad tan cruel”, dice María Méndez, una empleada doméstica de 48 años, mientras esperaba en una fila con varias decenas de personas el arribo de algún alimento básico a un supermercado del este de Caracas.
Méndez cuenta que debido a los altos precios y la falta de productos este año no podrá celebrar la Navidad ni comerá los platos tradicionales navideños venezolanos: la hallaca (una especie de tamal) y el pan de jamón, cuyos precios oscilan entre dos y cinco dólares, y son inalcanzables para quienes ganan un salario mínimo de unos cuatro dólares a la tasa del mercado negro.
“Este año lo que le sale a mis hijos y a mi es pasta”, dice. “Es lo único que tengo en mi casa”.
La empleada doméstica admite con tristeza que por primera vez su hijo de 10 años tampoco tendrá regalos en Navidad. “Lo que tenemos es para medio comer, esa es la prioridad”.
Perdida entre las penumbras de la Plaza Francia de la exclusiva urbanización Altamira, que fue entre abril y julio pasado epicentro de las protestas opositoras del este de la capital, está Rosario Carreño, una ingeniera de sistemas de 32 años.
“Para mí este año no hubo Navidad”, dice. “En cualquier lugar que uno va, uno siente que no hay Navidad”.
Carreño recuerda que hasta el año pasado la Plaza Francia era adornada con un árbol de más de cinco metros de alto y miles de luces que se extendían por sus alrededores, y cientos de personas acudían a escuchar grupos musicales que interpretaban canciones tradicionales navideñas.
“Aquí antes se respiraba alegría. Hoy no hay nada”, dice mientras señala con su mano izquierda al fondo un pesebre navideño, de cerca de un metro y medio de alto, que se pierde entre la oscuridad.
Autoridades de la Alcaldía de Chacao dijeron a The Associated Press que la falta de recursos económicos impidió la comprar de nuevos adornos navideños y los obligó a reciclar antiguos ornamentos para decorar la Plaza Altamira y otros lugares del municipio.