Venezuela es un país que por donde se le observe está hundido en una profunda crisis. A nivel económico, somos el país con las reservas más grande de petróleo del mundo y no tenemos gasolina, desde hace 18 años la empresa estatal petrolera está siendo dividida en parcelas entre los rusos, chinos, iraníes. En lo que se refiere a nuestro aparato productivo, cada día que pasa se detiene aún más como consecuencia de las erróneas políticas económicas.
En lo social, somos una Venezuela en decadencia. Los hospitales y ambulatorios están en cierres técnicos por falta de medicinas, insumos y hasta de médicos, muchos han emigrado. También somos un país en la oscuridad de la hambruna, 60% de los venezolanos están comiendo una o dos veces al día. El salario mínimo es el más bajo del continente y, aunque es incrementado regularmente, no sirve de nada mientras tengamos el monstruo de la inflación persiguiéndonos y devorando nuestra moneda.
Si hablamos de la parte institucional, Venezuela siempre se ha caracterizado por tener instituciones frágiles, las cuales tienen más respeto por los apellidos, las “palancas” y el amiguismo, que por él debe ser. Durante la “revolución bolivariana” hemos visto que estas instituciones frágiles se quebraron y se convirtieron en los pilares que sostienen a la dictadura que hoy nos tiene pasando hambre y necesidades.
Con la fraudulenta Asamblea Nacional Constituyente (ANC) la crisis institucional se agudizó. Esta válvula de escape del régimen de Maduro asiste al dialogo, inhabilita partidos, convoca elecciones, juzga, aprueba decisiones económicas y cualquier otra medida que favorezca a la dictadura, por esa razón hermanos debemos estar preparados para lo peor, el primer trimestre de este 2018 será terrible para las familias venezolanas, tanto que anhelaremos el 2017.
Sin embargo, las crisis son momentos para probar nuestra tenacidad y creatividad. Albert Einstein decía que “La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progreso”, por estas palabras estamos convencidos que a los venezolanos se les abrirá un futuro formidable al final de esta dictadura.
Pero para que ese futuro llegue, necesitamos coherencia y constancia en la política, que tras erróneas decisiones también está en crisis. Durante los cuatro meses de manifestaciones de calle y los meses post protestas tuvimos como Unidad una serie de tropiezos por la ausencia de un líder que tomará las decisiones en el momento adecuado. Hicimos públicas nuestras diferencias y la gente sencillamente perdió la confianza en nosotros y en nuestros liderazgos y hoy anhelan un nuevo mesías para salir del caos.
Para salir de este atolladero en el que nos encontramos requerimos de dos personajes fundamentales en la política. Un líder político y un candidato presidencial, podemos sobrevivir sin el segundo, pero el primero es vital para superar la crisis.
Es fundamental que el líder político de la oposición venezolana enfile a los partidos de la Unidad hacia la salida de esta calamidad, escuche las necesidades del pueblo de Venezuela y lo más importante es que nunca se rinda, sino que por el contrario esté dispuesto a avanzar con convicción a pesar de no ser el candidato presidencial para este 2018.
El líder que Venezuela necesita existe y está entre los partidos perseguidos por el régimen. A este líder, todas las generaciones de venezolanos libres le agradeceremos su entrega, sus ideas libertarias y su sacrificio. Cualquiera puede ser un muy buen candidato presidencial y ganarle a Maduro en unas elecciones presidenciales con condiciones justas, pero no cualquiera puede ser el líder que dibuje la ruta para salir de la crisis que vivimos.
¡Sigamos avanzando con fuerza y determinación!
@angelmachadove