El año se inicia en medio de grandes expectativas de variada naturaleza. A favor y en contra de las luchas por la Libertad, pero de mucha esperanza a pesar del clima de frustración y angustia de la población. Son tantos los hechos de este enero histórico que hasta los 72 años de la fundación del partido Socialcristiano COPEI pasó por debajo de la mesa. Controles y más controles, expropiaciones ilegales, saqueos en las ciudades, en las carreteras y en los campos, poca o calculada información en los medios nacionales e incertidumbre creciente con relación a lo que sucede con las reuniones de Santo Domingo son algunas de las circunstancias que dificultan el complejo análisis de la situación nacional.
Pero hay un hecho cierto. Llegamos al final. Este año o se consolida definitivamente y para una temporada tan larga como la que ya tiene en el poder el régimen gobernante, o necesariamente tendrán que marcharse como producto de la acción decidida y firme de los verdaderos demócratas del país, del continente y del mundo.
Estamos a las puertas del enfrentamiento definitivo. Esto no tiene solución electoral. Tampoco concertada en arreglos que de concretarse dejarán en el ambiente demasiadas dudas e incredulidad creciente relativa a los protagonistas que hasta ahora conocemos. Pronto quedarán de lado los tibios, los “intelectuales” y “politólogos” de ocasión, los calculadores profesionales. Empieza a concretarse un reagrupamiento de fuerzas entre los distintos sectores del chavismo originario para enfrentar al Alto Gobierno desviado de los objetivos iniciales. También en el mundo de la dirigencia política y social opositora. Estos procesos tienen dinámica acelerada. Van dejando a Maduro y su combo aislados pero conscientes de que todo se puede derrumbar en cualquier momento. Dividen su tiempo defendiéndose con lo que les va quedando y organizando la retirada para poner a salvo lo que puedan al producirse el desenlace que temen.
Mientras tanto la crisis se profundizará día a día. La salud, la alimentación, la seguridad de las personas y de los bienes, el derrumbe definitivo de PDVSA y de todo el enorme entorno empresarial que debería controlar harán irreversibles los caminos que se toman para liquidar este narco-estado que deberá reformularse integralmente. La situación es tan grave que hoy día no se sabe a quienes responden muchos cuadros de los organismos de seguridad y represión. Esto incluye a factores activos de las fuerzas armadas en pleno debate sobre el presente y futuro de la república.
Inicio el año con mucha fe y optimismo racional. Estoy claro en cuanto a las dificultades y entiendo los temores de mucha gente. Pero siento que llegó la hora para el cambio radical que se necesita. Hay que ponerle coraje y decisión para que el trabajo no quede en manos exclusivas del Espíritu Santo.
Lunes, 15 de enero de 2018
@osalpaz