Trepándose y arrastrándose, por José Luis Monroy

Trepándose y arrastrándose, por José Luis Monroy

thumbnailjoseluismonroyHola que tal mi gente,  Dice el político y escritor irlandés Jonathan Swift y que además recojo de un artículo de mi buena amiga mexicana, Paola Domínguez Boullosa, que para trepar se toma la misma postura que para arrastrarse. Y sí, los hay que, para ascender… se arrastran y arrastran consigo todo a su paso, lo que han sido, los que son y lo que pudieran llegar a ser, y lo hacen así… sin miramientos, convirtiendo la sana ambición en una terrible enfermedad.

La enfermedad del que, por tenerlo todo, está dispuesto a perderlo todo, incluso su dignidad. Y lo hacen así… sin miramientos, convencidos de que eso que tendrán les hará acreedores de una felicidad absoluta y completa. Y lo hacen así… vendiéndose, rentándose, arrastrándose; desintegrando su personalidad para mimetizarse con la de aquellos que puedan hacerles más fácil el camino a su objetivo, mintiendo, negando, justificando, olvidando; llamando la atención engullidos en una tremenda hipocresía. Y lo hacen así… intercambiando valores, prioridades y principios… y lo hacen a su manera, nunca con un compromiso real; si lo consideran necesario, prostituyen sus pensamientos, sus ideas, sus creencias y todo lo que son… y lo hacen así… sin miramientos.

Y lo hacen así… con la intención de tenerlo todo y bajo los principios del mínimo esfuerzo, máximo rendimiento y en el menor tiempo posible. Por eso son vertiginosos para cambiar de posición, de lugar, de intereses, de amistades y de cambiarse —aparentemente— a sí mismos. Sus cambios son despiadados, fríos, calculados, e incluyen metamorfosis física, mental y emocional. Y lo hacen así…sin miramientos, con tal de sentir lo que nunca han podido sentir siendo quienes son…





Y lo hacen así… buscando alcanzar la cima trepándose y arrastrándose sin miramientos, eso es lo que hemos visto en los últimos años en nuestro país, vea a su alrededor y busque quienes eran pobres de solemnidad y ahora hasta les restriegan en su cara lo que han obtenido, o mejor dicho mal habido, solo por estar cuadrado con un gobierno que mata de hambre a este país, yo le invito a que haga ese ejercicio.

Acceden a la desintegración y a la reunificación con total facilidad porque a ellos les es fácil cambiar, forma parte de su esencia… el cambio de propietario, de arrendador, de superficie por la cual arrastrarse y trepar a lo más alto, pero siempre a partir del otro, de alguien que esté dispuesto a pagar el precio.

La ambición no es mala, es sólo eso… ambición: el deseo ardiente de conseguir algo con vehemencia. El deseo es bueno, luchar por conseguir algo es bueno y hacerlo con pasión también lo es… el problema entonces no es la ambición… el problema es el ambicioso que se convierte en un miserable, cuando sus deseos adquieren un valor superior a su propia vida y a la de todos quienes le rodean. La ambición se convierte en enfermedad cuando se quiere tener más, en lugar de ser más y mejor ser humano de lo que se es.

La ambición sana se basa en el crecimiento, en la competitividad y en la evolución.

Es sana cuando se sustenta en la ética, en la moral, en los valores y en el bien común; cuando te hace sentir vivo y querer ser cada día mejor ser humano. La ambición se necesita para ser feliz, para hacer que los deseos se conviertan en realidad de todos los días… la ambición es buena sólo en manos del bondadoso, que sabe aquilatar en su justa proporción sus deseos y la integridad para alcanzarlos.

La ambición es sana, cuando se piensa, se trabaja, se vive y se comparte en grande y en primera persona y, sobre todo, cuando se sabe ser agradecido en todo momento, cuando no se olvida el consejo, la mano amiga, el apoyo, la contención, la compañía e incluso el desafío al que lo motivan los que siempre han estado ahí. Al final… usted elige como vivir su ambición y cómo acceder a ese lugar con el que siempre ha soñado… de pie o rodilla en tierra. ¡Como siempre, usted elige!

#ElLiderEresTu

@joseluismonroy