“Esa mañana enterraron a Sebastián.
El padre Pernía, que tanto afecto le profesó,
se había puesto la sotana menos zurcida,
la de visitar al Obispo”. Casas Muertas
Uno visita El Junquito buscando cierta paz, viaja a contemplar sus paisajes, a comer algo opuesto a cualquier dieta, y desde luego, como queriendo encontrar una casa de solaz veraniego; aunque sabemos de su buen clima, pero en la certeza que la visita nos ofrecerá esparcimiento.
Hoy esa zona extrarradio de Caracas es y será por mucho tiempo, una referencia obligada a la hora de referirnos a las masacres ocurridas en Venezuela, particularmente durante el desgobierno que jefatura el ch … abismo desde hace diecinueve tortuosos años.
Ya se habla de “La Masacre de El Junquito” y al jefazo se le ha dado el mote de “El Carnicero” para adornar su repudiable personalidad.
Una peste capaz de pasear ataúdes vacíos, es capaz de todo lo imaginable e inimaginablemente malo y perverso. De todo, dije. Incluso, de mantener en ascuas a los familiares de los asesinados, negándoles verlos, reconocerlos, prolongando su dolor, la angustia y la fatiga. Ese cuadro –sin duda- pugna ante la conciencia humana. Es el sadismo que rima con la perversión que desgobierna.
¿Qué cuántas masacres lleva el ch …abismo? “autopistas de masacres”, diría La Garza en El Pez que Fuma.
Al emblema de “La Masacre de El Junquito”, al asesinado Óscar Pérez lo enterraron arbitrariamente. Otra vez la peste por su cuenta, otra maldad. A escondidas porque la peste chavista es mala, perversa y criminal. Es capaz de todo, porque por y para eso es peste. Actúa oculta como la raya, como la mala intención.
Esta vainón que nos dejó el desquiciado milico golpista, no puede ser ad eternum. Por eso hoy Venezuela salta en cada costado izquierdo, hoy palpita angustiada, quizá desesperanzada, pero debemos conjurar de inmediato ese pesar.
No solo maltratan con hechos, matan, asesinan, acribillan, masacran. También de palabra, humillan, se cagan en la dignidad de los deudos. Porque eso es el chavismo, la encarnación de la suma de todos los defectos morales del venezolano.
Bueno es recordar que en el 92 del siglo pasado, cuando la cobarde y ruin intentona golpista, nadie le hizo daño a aquel desquiciado milico golpista, mediocre, sanguinario, resentido y delirante. Desde entonces comenzó a deshilacharse la constitución.
El asesinato múltiple fue el pasado lunes 15 de enero, hoy hace seis días. Desde el primer momento le fue negado a la familia todos los derechos que conlleva ser deudo de los fallecidos. Incluso a recordarlos con decoro y dignidad, a darles sepultura según el rito religioso que profesen. ¡Velarlos!
El sangriento episodio no es ni será un secreto que la peste chavista ni sus secuaces podrán llevarse a la tumba. Todos vimos la escena del crimen en la terrible obra “La Masacre de El Junquito”, en vivo y en directo. ¡Salieron muertos porque los mataron!
Se puede pensar distinto, discrepar, aun estar en desacuerdo con sus modos, pero nunca aprobar una masacre, ni asesinar al rendido. Y aunque al parecer hay necesidad de héroes y cada quien está en su derecho de verlos e idealizarlos donde y como quiera, la dignidad humana debe respetarse en toda circunstancia.
Pudimos constatar el dolor de sus familiares de saberlos muertos y la arrechera por no poderlos ver, acompañarlos hasta la tumba en su oportunidad. El velorio seguirá en el alma de los venezolanos que repudiamos “La Masacre de El Junquito”, sangrienta mancha imborrable de este accidente de la historia, de este castigo innecesario, de esta maldición inmerecida.
¡Déjenlos llorar sus muertos! ¡No los vuelvan a matar! ¡No les masacren sus sentimientos!
Esa mañana del domingo enterraron a Óscar.
Requiescat in pace!