Desde el año 2009, las personas que han contraído el Virus de Inmunodeficiencia Humano (VIH) vienen presentando serias dificultades en el acceso a los medicamentos antirretrovirales y otros insumos de salud que garantizan su calidad de vida.
Nota de prensa
La migración de venezolanos como consecuencia de la crisis social, política y económica que vive el país se ha incrementado de manera exponencial en los últimos años, acentuándose aún más en meses recientes.
Sobran las razones para que cientos de miles de coterráneos se abran paso en otros países, buscando mejores expectativas de vida. El desabastecimiento de comida, la inseguridad, el desempleo, la hiperinflación y calidad de vida se suma a la aguda crisis del sector salud que ha alcanzado proporciones abismales, prueba de ello es la falta de atención en los principales centros hospitalarios y asistenciales, los denominados “paros técnicos” o la atención a “estrictas emergencias”, lo que nos sumido en una emergencia humanitaria compleja.
Muchos de los migrantes presentan condiciones crónicas de salud que los ha obligado a irse en búsqueda de un país que les garantice el derecho a la salud y el derecho a la vida que en Venezuela se les ha arrebatado.
En la actualidad, el ministerio para la salud ha registrado unos 88 mil venezolanos con VIH en el programa de suministro de tratamiento antirretroviral, de los cuales más de 2 mil quinientos son niños menores de 12 años de edad.
Se estima que en el país, alrededor de un millón doscientas mil personas pudieran haber contraído el virus que causa el sida. Oficialmente se conoce que en Venezuela al menos 11 mil personas son diagnosticadas con el VIH todos los años, nacen unos 600 niños con el virus por año y mueren al menos 2 mil trescientas personas por causas derivadas del sida anualmente.
El VIH avanza aceleradamente en un país que para la primera década del siglo XXI llegó a ser ejemplo en el hemisferio, por tener uno de los mejores programas públicos de atención y entrega gratuita del tratamiento antirretroviral.
Desde el año 2005 el gobierno nacional no desarrolla programas ni campañas de prevención del virus, aunado a esto, la escasez de antirretrovirales se ha agudizado de tal manera que ronda el 90%, lo que ha generado que la epidemia de VIH esté fuera de control.
Realidad de quienes han salido del país para “salvar su vida”
Muchos venezolanos con VIH, han emigrado en búsqueda de calidad de vida, de proteger su derecho a la salud, dada la inestabilidad que se vive en país, así como a las fallas en el suministro de antirretrovirales, al acceso de pruebas para detección primaria, monitoreo y control del virus, fórmulas lácteas para recién nacidos de mujeres con VIH que no pueden amamantar, condones para la prevención y fármacos para tratar infecciones oportunistas como tuberculosis, toxoplasmosis, citomegalovirus, sarcoma de Kaposi, entre otras.
Entre los países que no poseen leyes, políticas o prácticas conocidas que nieguen viajes o la migración basadas únicamente en la condición de salud se encuentran: Argentina, Brasil, Uruguay, Chile, Panamá, Colombia, México, España y Estados Unidos, entre tantos otros, por eso se han convertido en los destinos preferidos para quienes deciden irse de Venezuela.
Tal es el caso de Luis Meza, diagnosticado en 2013, quien decidió emigrar a Perú, tras 6 meses sin recibir sus antirretrovirales. Manifiesta que a los 15 días de estar en su nuevo hogar, logró acceder al tratamiento de manera semi-privada y al mes entró al programa público. Asegura que es sencillo ingresar al programa, “sólo hay que seguir los pasos y dejarse guiar”. Como todos los venezolanos que han decidido salir del país, extraña a su familia y sus tradiciones. En la actualidad tiene trabajo “fijo y estable” lo cual le ofrece calidad de vida.
Otro testimonio lo ofrece Carlos Vásquez, quien optó por Argentina, país al que llegó en marzo de 2016. Vásquez desde 7 años tiene VIH y emigró por la alta tasa de criminalidad en Venezuela y por el difícil acceso a la calidad de vida. Al llegar al país austral, contactó al doctor Pedro Cahn, quien fungía como jefe del departamento de infectología del Hospital Fernández de Buenos Aires y Presidente de la Fundación Huésped. Asegura que “en los hospitales públicos hay que seguir un protocolo para recibir los medicamentos pero en las obras sociales y medicina prepaga es más complejo”. Como muchos venezolanos, anhela regresar para ayudar a reconstruir su país y sacarlo adelante, pero “con la escasez de medicinas y comida es complicado, sobre todo con mi condición de salud”.
Daniel Pérez, es otro venezolano que tomó la decisión de salir del país, su destino fue España, donde reside desde 2016. Tiene 2,5 años viviendo con VIH, y emigró por no conseguir su tratamiento en Venezuela. Asegura que en menos de una semana recibió tratamiento y atención médica a la vez que manifiesta que “no es nada difícil, es un derecho humano aquí en España y lo respetan”. Pérez tiene claro que fue una decisión acertada, pues cuenta con empleo y mejor calidad de vida, comenzando porque tiene Salud. “Me siento súper bien y seguro que es lo más importante, no tengo intenciones de volver a Venezuela”.
En Venezuela las personas que han contraído el VIH no solo se enfrentan a la escasez de antirretrovirales y reactivos para las pruebas sino también a la falta de especialistas infectólogos, lo que agrava la situación, viola el derecho a la salud, el derecho a la vida, entre otros, razón por la que, activistas y defensores de derechos humanos libran una dura batalla, pues aseguran que el gobierno nacional no garantiza ni la atención médica ni el arribo al país de los tratamientos para la infección, mientras las personas pasan el tiempo sin consumirlos y esto las expone a enfermedades peligrosas.