La periodista y escritora venezolana, Milagros Socorro, ganadora del premio Oxfam Novib / PEN por su labor en defensa de la libertad de expresión, advirtió a las naciones del mundo acerca del peligro que implica no percatarse a tiempo de cómo gobiernos totalitarios arropados bajo mantos de legalidad minan las libertades.
Por Andreina Domínguez U. / Proiuris
“He venido aquí a decirles que todo lo que damos por ganado puede perderse en un minuto. He venido a recordarles que la libertad de cada quien termina no donde empieza la del otro, como suele decirse, sino cuando es amenazada la del otro. He venido a sugerirles que cuiden y valoren sus democracias y sus libertades, porque los peligros que las acechan son reales y voraces”.
Así lo dijo durante el discurso que emitió el pasado 18 de enero en la apertura del festival internacional de literatura Winternachten, en La Haya, Holanda, cuando recibió el galardón. En su alocución Socorro, quien tiene 40 años de experiencia en el periodismo y la literatura, cuestionó lo que calificó como medidas poco eficaces de la comunidad internacional ante la crisis humanitaria que atraviesa el país.
“En Venezuela no hay libertades políticas, económicas, de empresa ni de expresión. Y, sin embargo, los periodistas venezolanos seguimos denunciando los atropellos y crímenes de la dictadura que ha secuestrado al país ante la mirada de la comunidad internacional, que no ha articulado ninguna medida eficaz frente a la espantosa crisis humanitaria y los asesinatos que, sin pudor, perpetra el régimen”, dijo.
Enfatizó: “Sin libertades políticas no hay libertades económicas. Sin libertad de empresa no hay medios de comunicación, ni empleos para los periodistas, ni oferta plural para las audiencias. Y cuando todas estas libertades han sido abolidas, no es posible que haya libertad de expresión”.
Aseguró que, pese las continuas restricciones que impone el gobierno venezolano al ejercicio del periodismo, continuará luchando por los derechos que tienen los comunicadores a informar y que tiene la sociedad de saber lo que ocurre en su entorno social, político, económico y cultural. “Ejerzo la libertad de expresión que mi país no me garantiza, de eso no hay duda porque fui formada en la casa de mis padres, en mi escuela y en la universidad del Zulia en el compromiso con la justicia, la verdad y la belleza. Nací en la democracia de Venezuela y a ella me debo con todo mi corazón”.
Socorro dijo a Proiuris que recibió el premio con honor y agradecimiento, pero también con cierto pudor. “No sabía cómo hacer para no convertir en celebración aquello cuyo germen es la lamentable situación de mi país. Me preguntaba; ‘¿Cómo agradecer este reconocimiento en medio de estas circunstancias?’ No puedo bailar sobre las cenizas”, confesó.
“En el marco de esta realidad tan abrumadora prefiero hacer lo que he venido haciendo: mantenerme en el oficio y en el principio de la información constante. Cada circunstancia es única. Probablemente, si yo no tuviera dónde vivir habría dejado el país como muchos lo han hecho y lo harán”, enfatizó.
Habló de cómo la crisis económica también ha afectado el ejercicio periodístico. “La gran diferencia es cómo afecta a los jóvenes de hoy el deterioro del oficio en comparación con quienes ejercimos el periodismo en épocas de libertades cuando los salarios eran mejores, no los mejores del mundo, pero era en unas condiciones materiales distintas”.
Para Socorro el periodismo se convirtió en una forma de vida que le ha permitido caminar con honestidad dos caminos de obligatorio tránsito: el profesional y el ético a través del cual ejerce un compromiso político y con la verdad.