La descompuesta camarilla militar- civil que controla el Estado no quiere elecciones, ni partidos, ni producción, ni atender al país que se contrae y desfallece. Su obsesión es el poder. No lo dejarán a menos que sientan que pescuezo no tiene retoño o que se convenzan que no pueden ejercerlo contra el mundo.
El gobierno ha repetido en República Dominicana lo que sí sabe hacer: ganar tiempo, pausar las presiones internacionales, inventar provocaciones contra la MUD y desmoralizar a la oposición. Adentro atornilla la opresión totalitaria con más hambre y toda la represión, aun la innecesaria, como la criminal masacre de El Junquito.
Ya ni con fiadores internacionales tiene credibilidad. A la mitad de una negociación para ir a una elección presidencial, ilegal y unilateralmente fija una fecha, excluye la tarjeta de la MUD, cancela la condición de partido a Voluntad Popular y abre juicio al diputado Guanipa de Primero Justicia. Graves y vulgares provocaciones para que la oposición no asista a Santo Domingo y para tratar de esconder la patada que le están propinando al Presidente Medina y a los gobiernos que participan en la negociación.
Maduro quiere que la MUD abandone su estrategia electoral, pacífica, democrática y constitucional porque es la opuesta a la suya. Pone todo su empeño en meter en el cerebro de los descontentos dos ideas: que la dictadura es invencible y que no sale con votos.
Dos morteros suficientes para inducir una abstención que lo ayude a ganar; para favorecer la división de la oposición y exasperar a los partidarios de extremismos de fantasía. Para eludir su impacto hace falta más astucia en quienes combaten al régimen como si fuera un poder que respete a la Constitución y las reglas de la democracia.
El país merece otra oportunidad antes de llegar a situaciones que añadan violencia y anarquía al record mundial de calamidades per cápita que estamos sufriendo. Esa oportunidad es un entendimiento de largo aliento que reunifique al país en torno a un programa inmediato de Reconstrucción de la economía, relanzamiento de la democracia y formación de un Gobierno de Integración Nacional con participación de todos los sectores económicos, sociales y políticos que puedan dar un aporte a una gobernabilidad plural. La noción de integración incluye a Iglesias, empresarios, intelectuales, a todas las fuerzas de oposición y personas que sostienen concepciones similares a las que proclama el actual gobierno.
Un nuevo gobierno es posible si obtenemos algunas condiciones que permitan el voto libre y reduzcan el ventajismo de Estado. Un consenso invisible recorre transversalmente a toda la sociedad: Maduro el es tapón que impide resolver las calamidades que el país sufre sin necesidad. Maduro perdería por paliza frente a un candidato unitario que tenga 10 medidas para abatir el hambre, la escasez, la inflación, la recuperación de la producción, el funcionamiento de los servicios públicos, la delincuencia o el disfrute de los espacios públicos. Hoy no gana, incluso, una elección con sus trampas montadas.
Pero todavía hay que hacer bien el mandado.
@garciasim