El expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010) insistió este sábado en su inocencia y atacó a los jueces que lo condenaron por corrupción en la misa oficiada con motivo del primer aniversario del fallecimiento de su esposa, Marisa Leticia Rocco, a la que recordó entre lágrimas.
“Hay personas que actúan más como representantes partidarios que como representantes del Poder Judiciario”, aseveró Lula en el acto solemne, celebrado en la sede del Sindicato de los Metalúrgicos de Sao Bernardo do Campo, en la región metropolitana de Sao Paulo, donde fundó el Partido de los Trabajadores (PT) en 1980.
El antiguo dirigente sindical, que enfrenta siete acciones penales, la mayoría por sospechas de corrupción, habló de sus problemas con la Justicia y afirmó que no está “por encima de nadie” y que no tiene “miedo a nada”.
Lula fue condenado en enero por tres jueces de un tribunal de segunda instancia, que, por unanimidad, ratificaron y aumentaron de nueve a doce años de prisión la sentencia por corrupción pasiva y lavado de dinero dictada por un juez inferior en un caso relacionado con el escándalo destapado en la petrolera estatal Petrobras.
“Quiero que sepan que si votaron (en su contra) con odio, votaron por un hombre que está en paz, que tiene conciencia de lo que está pasando en Brasil (…) Esas personas no merecen ser juez”, manifestó.
También insistió en que no respeta la decisión judicial porque “fue dada con base en una mentira construida por ellos” y que sí lo hiciera “no tendría la vergüenza de mirar la cara” a su bisnieta.
Lula también recordó compungido y visiblemente emocionado a su esposa, fallecida a sus 66 años hace un año por un derrame cerebral que la mantuvo más de una semana en coma y de la que dijo que ahora seguramente esté en un “mundo mejor” y no “sufriendo la persecución” que vivió en sus últimos años.
“Estoy seguro de que ella está acompañando lo que está pasando. Tengo certeza de que nos está mirando desde algún lugar y está diciéndome lo que me decía mi madre: la lucha continúa, no pare, no se desespere”, expresó.
“Doña Marisa está diciendo levanta la cabeza, vamos a luchar porque el pueblo brasileño va a vencer y va a conquistar una vez más la democracia en este país”, completó entre los aplausos de los amigos y compañeros que le acompañaron durante la eucaristía.
El futuro tanto personal como político de Lula, que es líder destacado en todos los sondeos de opinión de cara a las elecciones presidenciales del próximo octubre, es difuso, pues en los próximos meses podría ser inhabilitado para cargos electivos y hasta encarcelado.
La legislación brasileña prohíbe expresamente que los condenados en segunda instancia se postulen para cargos públicos, si bien la última decisión sobre su candidatura, ya lanzada por su partido, la tendrá la Justicia Electoral.
Igualmente, una decisión cautelar de la Corte Suprema tomada en 2016 permite que una sentencia sea ejecutada una vez concluyan todas las apelaciones en segunda instancia y aún cuando hay posibilidades de otros recursos en instancias superiores.
La defensa de Lula quiere evitar su encarcelamiento antes de tiempo y presentó sendos recursos de “habeas corpus” preventivos ante el Tribunal Superior de Justicia, el cual le fue negado el martes, y ante la Corte Suprema, aún en estudio.
El ex jefe de Estado recibió un balón de oxígeno en la víspera, cuando un juez de segunda instancia ordenó devolverle el pasaporte que le había sido requisado desde la semana pasada por un magistrado encargado de una de las siete causas penales que enfrenta. EFE